Santiago Abascal es un bocazas y un chulo, al viejo estilo de los falangistas de la posguerra. Su discurso es la amenaza como hacían los falangistas con pistola al cinto y total impunidad para matar. No solo en la guerra, en la posguerra los falangistas armados sembraban el terror en los pueblos con sus matanzas extrajudiciales.
Ahora este mastuerzo ha sacado 52 diputados y con eso tenemos que lidiar. Es el apoyo del PP en Madrid, Ayuntamiento y Comunidad. En Murcia y en Castilla y León. Están plagados de indeseables como el juez prevaricador Serrano de Andalucía que se queda con las ayudas que le han dado para otros fines. Se acompaña de Ortega Smith, machista repugnante y carente de la mínima sensibilidad con las victimas del machismo. Este pollo afirma, con gran solemnidad, que el Euskera en un idioma inventado. ¡Toma del frasco Carrasco!, como si los idiomas fueron engendrados por la explosión cósmica que creo las galaxias. ¿Se puede ser más gilipollas?
El Abascal ha estado toda su vida chupando del bote de las mamandurrias, que diría su madrina Esperanza Aguirre. Critica las autonomías pero cobra de todas en las que está. No cobra de la de Euskadi porque no tiene ni diputados ni concejales ni nada y, va el Smith de los cojones a insultar su lengua. Lo dicho, hace falta ser gilipollas.
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