miércoles, 29 de julio de 2020

A PABLO CASADO LE FALTAN UNOS POCOS HERVORES POLÍTICOS.

CASADO ES UN TRAMPOSO

PABLO CASADO SE OLVIDA 
 que “uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras”. Lo cual no significa que lo mejor sea callar en toda situación, por supuesto; lo mejor es hablar, pero con sensatez. 

Los "muchos" 'máster' de Pablo Casado han ocupado su escaso espacio neuronal y no se entera de nada. Va como un pollo sin cabeza 'encelado' con envestir a Pedro Sánchez.

Acusa a Sánchez con “los que pretenden recetar carnés de centrismo son los que pactan con populistas e independentistas”. Pero… vamos a ver, almas de cántaro, ¿quién ha pactado con Vox? 

Este sin embargo es un problema menor. Más importante, por la forma y el fondo, fue la petición ‘popular’ a los partidos hermanos o primos hermanos europeos, y por extensión a las instituciones de la UE, de que vigilaran atentamente los fondos que se concedieran a España como ayuda a la reconstrucción tras la pandemia. Es imposible negar la solidez de la reclamación: el PP es un experto en derroches del dinero público, y conoce todos los trucos habidos y por haber. Una clara muestra es como atacan, con razón, prietas las filas, a Pablo Iglesias por el oscuro episodio del misterioso móvil robado a una excolaboradora que apareció en sus manos, y cuyo chip fue destrozado; y cómo, sensu contrario, defendieron lo contrario con el también oscuro suceso del destrozo del disco duro del ordenador de Bárcenas.
El problema en cuanto a pedir a la Unión Europea que vigilara el gasto de los casi 150.000 millones de euros es, precisamente, que se pidió a Bruselas, según algunos analistas para dilatar su concesión o para a la vez condicionar y ralentizar con una madeja de normas su utilización. Lo correcto hubiera sido, teniendo en cuenta la experiencia del propio peticionario en estas enredinas, exigir en el Congreso de los Diputados una mejora de la ley del Tribunal de Cuentas del Estado, dotando a este organismo de mayor presupuesto, más medios e instrucciones (y no meramente indicaciones ni consejos, un poco a imitación del órgano de control del presupuesto federal en EEUU) de obligado cumplimiento tanto en lo que atañe a los procedimientos y su legalidad como a la eficiencia del gasto.
 No puede volver la burbuja de champán que emborrachó a muchas administraciones en el tiempo anterior a la Gran Recesión del 2008. Aeropuertos ‘para pasear’ y sin aviones; estaciones del AVE en medio de la nada; autopistas madrileñas por concesión con informes exagerados y aparentemente tramposos que forman parte destacada de la historia del despilfarro español; estaciones depuradoras que no depuran; viviendas públicas vendidas en Madrid a bajo precio a fondos buitre; privatización de hospitales con costes de gestión disparatados; lo mismo que servicios de abastecimiento de aguas, recogida de basuras, construcción de puertos y viaductos por presiones de barones locales o regionales...
 Las declaraciones de Casado tras el resultado de la ‘cumbre del dinero’ y el éxito de España son la mejor prueba de que al presidente popular le faltan un par de hervores políticos.
Casado, actuó mal a sabiendas. Calculó erróneamente que las condiciones de los ‘frugales’ iban a ser más duras y alambicadas, tanto que, probablemente, no llegarían a tiempo de los presupuestos. Pero hay conservadores europeos que no hacen camarilla de zancadillas y puñaladas traperas para los asuntos estratégicos, y había uno para el que no se podía desaprovechar la palanca a lo Arquímedes de la pandemia: dar el gigantesco paso adelante de un endeudamiento comunitario que, encima, compensaría la pérdida de moral e imagen por el Brexit y, a medio plazo, hasta podría neutralizar parte de sus efectos. 
Esta carencia ha sido considerada desde hace tiempo como una de las grandes debilidades del euro. Angela Merkel aprendió de la experiencia de los implacables ‘hombres de negro’, de la asfixia de los ya asfixiados y de las graves secuelas que dejó aquel ataque a los pilares del Estado de bienestar y a la confianza en la Unión… y escogió este nuevo camino, que defendió con ahínco. Se unió al francés Macron, al italiano Giuseppe Conte, al portugués Antònio Costa… y se fueron adhiriendo todos los demás, buscando dos objetivos: beneficiar a toda la UE y beneficiar a los países más afectados por el coronavirus.
Las prioridades del acuerdo, por otra parte, son elementales y encajan perfectamente en los objetivos de las instituciones comunitarias. 
El líder conservador español lo primero que tiene que hacer es tratar de conservar el partido como alternativa confiable de poder. Hay dos reflexiones que tengo anotadas en mis fichas de uso frecuente: una de Talleyrand que dice que “la oposición es el arte de estar en contra tan hábilmente que luego se pueda estar a favor”; y otra de Churchill, un gran cínico burlón, me recuerda a veces en este aspecto de su personalidad a Lord Byron, con perdón, que confesaba que “la política es la capacidad de predecir lo que va a ocurrir mañana, la próxima semana, el próximo mes y el próximo año, y tener luego la habilidad de explicar por qué no sucedió nada de ello”.
Las declaraciones de Casado tras el resultado de la ‘cumbre del dinero’ y el éxito de España son la mejor prueba de que al presidente popular le faltan un par de hervores políticos. Sus explicaciones, ni de Antoñita la fantástica.
Casado es tonto y además mala persona, mentiroso  y cínico sin escrúpulos como su señorito José María Aznar. Son de la misma sangres y la cría no ha salido cambiada.

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