En 1833 muere Fernando VII y es proclamada Reyna Isabel II, se declara la primera guerra Carlista. Isabel II es menor de edad y asume la regencia su madre Maria Cristina. Al poco aparece un personaje singular, el marques de Salamanca, personaje muy dado a ganar mucho dinero , les suena de algo, forma pareja de negocios con la regente María Crista, ya les suena más. Salamanca termina exiliado por golfo. A que ya han caído en la cuenta. Maria Cristina se marcha de España por la puerta de atrás. Esto ya encaja del todo. En todo este proceso aparecen personajes muy curiosos, tales como sor Patrocinio, la monja de las llagas, estigmas que se demostraron ser un fraude. Otra similitud. Toda esta corte se llamó la Corte de los Milagros.
Veamos ahora, un joven deportista se casa con una Infanta de España. Al joven le gusta el dinero más que comer con los dedos. Lo tiene claro "utilizar la proximidad del Jefe del Estado para conseguir dinero a mis negocios". (Lo dice la sentencia). Pero no es suficiente con conseguir el dinero, hay que hacer que pase a mis cuentas. Y lo hace. Otra similitud. Se utilizan los organismos públicos para untar la maquinaria. Aparece un personaje singular Jaume Matas que va y dice "como se lo iba a negar si era el Duque de Palma", equivalente a sor Patrocinio, todo era falso. En el proceso se descubre que la Infanta Cristina "firmaba hasta su sentencia de muerte por el amor a su marido." Más propio de una copla de La Piquer, pero eso sí, contrataba a su servicio domestico a cargo de la sociedad Aizóon. Compraba de todo con cargo a la tarjeta de Aizóon.
Formaba parte de la sociedad al 50%. Firmaba las actas como secretaria sin saber lo que firmaba. ¿?. Vamos, que todo lo hacia por el amor a su marido. Hasta comprarse un palacete de muchos millones de euros. Y a todo esto que hacía el Rey Juan Carlos, pues ir a cenar al palacete y pensar "que listo nos ha salido este chico".
HAY AMORES QUE MATAN, ESTE TE HACE INOCENTE |
En la Corte de Isabel II se produjo la revolución La Gloriosa, Isabel II se fue a París y no volvió ni a la boda de su hijo Alfonso XII.
Cuentan que le han oído decir a la Infanta Cristina (está publicado) "que ganas tengo que acabe esto para marcharme de este país". Como hizo su tatarabuela. Eso que nos ganamos los que hemos pagado sus capricho medievales.
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