viernes, 19 de junio de 2020

AZNAR HA RESUCITADO Y MARCA EL TERRITORIO DESDE LA FAES

AZNAR RESUCITA Y VIENE GUERRERO. TRAE A LA FAES

Aznar, muerte y resurrección en el PP: recupera su influencia en la derecha en una nueva era de la crispación

  • La llegada de Casado a la presidencia del PP fue la segunda oportunidad para el 'aznarismo', sobre todo desde el inicio de la crisis del covid-19, cuando la pelea política ha alcanzado altas cotas de confrontación
  • La fundación Faes, que lidera el expresidente del Gobierno, ha actuado en ocasiones como sustento de las posiciones políticas de los conservadores y en otras, como caja de resonancia

Uno de los méritos que se atribuyó a Mariano Rajoy puertas adentro del Partido Popular en sus 14 años al frente de la formación fue el de haber liquidado a las diferentes familias políticas que le suponían un contrapeso o una amenaza a su liderazgo. Tras años de enfrentamiento frontal a la dirección nacional, el aguirrismo cayó por su propio peso cuando la lideresa fue perdiendo poder a medida que su entorno de confianza iba ingresando en prisión implicado en múltiples escándalos de corrupción. Su adiós definitivo fue abril de 2017. Acabar con el aznarismo fue algo más complejo para quien ahora ejerce como registrador de la propiedad, ya fuera de la política. Tras apartar a quienes habían sido los hombres fuertes de José María Aznar de la estructura del partido, llegaron las pruebas definitivas de la ruptura total: en octubre de 2016, la fundación Faes, liderada por el expresidente y concebida como el sustento ideológico del partido, se desvinculó de las siglas del PP. Y en diciembre de ese mismo año se puso el broche de oro: Aznar renunciaba a la presidencia de honor del partido. Atrás quedaban años de tensiones, de lecturas de cartilla y de críticas a la gestión de Rajoy, el hombre que él eligió para liderar el PP. También, años de acusaciones de "deslealtad" por parte del marianismo. 
El tiempo ha demostrado que lo del fin del aznarismo era sólo un espejismo. Porque la llegada de Pablo Casado a la presidencia del PP ha estado acompañada de la resurrección del expresidente del Gobierno y de su fundación. Desde su aterrizaje en la planta séptima de Génova 13, personas de la máxima confianza de Aznar han ocupado puestos relevantes en la estructura del partido. Como si hubiesen estado esperando una segunda oportunidad. Y Faes, sobre todo desde el inicio de la crisis del covid-19 cuando la pelea política ha alcanzado altas cotas de crispación, actúa en ocasiones como sustento de muchas de las posiciones políticas del PP de Casado. Y otras veces, como caja de resonancia. Porque ahora sí, con uno de los suyos al frente —Casado fue su director de gabinete en Faes entre 2009 y 2012—, ya se siente con ganas de pedir el voto para el partido que lideró y bajo cuyas siglas fue presidente del Gobierno de España. Lo verbalizó en enero de 2109, en la convención con la que Casado pretendía el rearme ideológico del partido después de haber tomado las riendas en verano.
"Aznar es incapaz de no querer imponer sus tesis y sus criterios. Él marca criterios, quiere marcarlos y, de momento, le están dejando", analiza un veterano dirigente conservador que ha vivido todas las etapas de José María Aznar y Mariano Rajoy al frente del partido. "Otra cosa es que Casado le siga el paso o no. Depende de los temas", precisa. No hay asunto de la actualidad política de las últimas semanas que se haya quedado huérfano de las aportaciones de Faes: de la renta mínima al nuevo papel de Ciudadanos como fuerza que se aleja de la foto de Colón. De la polémica de Cayetana Álvarez de Toledo con el vicepresidente Pablo Iglesias a cuenta de ser "hijo de terrorista" –en referencia a su militancia en el FRAP durante la dictadura franquista– a las implicaciones del mando único del Gobierno durante el estado de alarma.
Para buscar un momento de "intento de influencia" del expresidente en las estrategias del partido similar al actual, todas las fuentes consultadas apuntan a la primera legislatura del socialista José Luis Rodríguez Zapatero, la que arrancó tras los trágicos atentados del 11 de marzo de 2004. Aznar había dejado el partido en manos de Mariano Rajoy, pero este no pudo tomar las riendas del cuartel general de los conservadores de forma definitiva hasta cuatro años después, en el XVI Congreso Nacional del PP, celebrado en Valencia en junio de 2008. Hasta esa fecha, el aznarismo tenía destacados representantes en puestos muy relevantes. Hay dos ejemplos muy claros. Ángel Acebes, exministro del Interior, ejercía como secretario general del partido. Y Eduardo Zaplana, exportavoz del Gobierno y exministro de Trabajo, estaba al frente de la portavocía en el Congreso de los Diputados.
El 11 de marzo de 2004 y los días posteriores, Aznar, Acebes y Zaplana llevaron el peso de la tesis que falsamente apuntaba a que la banda terrorista ETA estaba tras la autoría de los atentados. El PP perdió el Gobierno en las generales del día 14. Y la tesis siguió coleando a lo largo de la legislatura agitada por dirigentes conservadores jaleados por el altavoz de la derecha mediática. La misma derecha mediática que no vio después con buenos ojos que Rajoy fuera deshaciéndose de la estructura de partido vinculada a su antecesor y que tampoco le veía capaz de seguir llevando las riendas del PP tras haber perdido de nuevo en las generales de 2008.
Aznar es vengativo y mentiroso, además de creerse "Dios", las peores condiciones para una persona, las mejores para un político del PP. Esto está empezando.


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