SÓLO LE HA FALTADO PONER LA MANO PARA LA PROPINA |
La famosa frase "París bien vale una misa" de Enrique IV de Francia se ha repetido en la puerta de clínica de la Moraleja. En este caso sería un "La Corona bien vale hacer de gorrilla".
Ignoro quién o quiénes han sido los “genios” que organizaron la ridícula operación “reconciliación” y lavado público de la Familia. Porque ridículo y sorprendente fue, ver a una diligente Letizia descendiendo, como una centella, para… abrir la puerta del coche a su suegra. Tal cosa no ha hecho, nunca, ni el rey Juan Carlos con su esposa, ni Felipe con la suya. Para eso están los escoltas, pienso yo.
No era necesaria tal humillación. Pero… si queréis que me humille públicamente, que me ponga de rodillas… lo hago. Eso parecía preguntar Letizia, al tiempo que mantenía sujeta la portezuela del coche del que descendía doña Sofía, sin mirar al improvisado postillón o “gorrilla”, como dicen en Andalucía.
Aunque a ustedes les sorprenda, en este caso la humillación a Letizia me pareció gratuita y el paripé real, como si los españoles fuéramos menores de edad. Mejor haberlo dejado, porque hay cosas que con azúcar están peor, e intentar comportarse, todos, con ejemplaridad, al menos públicamente, razón fundamental de la existencia de las Monarquías.
Nunca se vio mayor tensión familiar (ríanse ustedes del incidente en la catedral de Palma) con una reina ofendida por lo de la “entrañable” acompañante de su marido en Boswana; un Rey, avergonzado; un Iñaki a quien no se le permitió acercarse al lecho del dolor del Rey; a un Felipe intentando evitar al cuñado y a una Letizia cabreada por la presencia de Cristina, la cuñada, apoyada en el quicio de la puerta de la habitación y la mano en la cadera gritando “¡Vámonos, ya!”. (Lo contó una sanitaria testigo de aquella surrealista visita familiar).
Con esta familia lo mejor es lo que dice el refrán "familiares y trastos viejos, pocos y lejos.
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