MAZÓN HACE COMO LOS MAGOS Y QUIERE QUE MIREMOS PARA OTRO SITIO
Es imposible sentir compasión por él, porque es inevitable pensar en las vidas que se podrían haber salvado si el presidente del Gobierno valenciano hubiera estado en su puesto y tomado las medidas adecuadas a su debido tiempo.
Todas las grandes catástrofes dejan en mal lugar a los gobiernos. La ayuda nunca llega a la velocidad que necesitan los damnificados. Los daños se multiplican por errores de planificación de años o décadas anteriores. La destrucción de infraestructuras hace aún más difícil la llegada de la ayuda. Existen protocolos de emergencia que no siempre se ejecutan por completo. Y luego está la respuesta por defecto del mal gobernante que comienza a mentir cuando se estrecha el cerco. En esto último, Mazón se ha destacado sobre todos los protagonistas de la crisis. Después de muchas dudas, en el PP han decidido apoyarle por completo. Lo mismo terminan arrepintiéndose.
La actuación de Mazón queda marcada de forma irreversible por lo que hizo el día de la catástrofe, el martes 29 de octubre. Desde primera hora de la mañana, la AEMET había declarado la alerta máxima con un mensaje que no era difícil de interpretar: “El riesgo es extremo”. Ya se sabe que la situación no le hizo alterar su agenda. Tenía que recibir un premio que en realidad sólo era una certificación de AENOR sobre el turismo valenciano. Es decir, un diploma enmarcado. Se fotografió fingiendo que mordía la parte superior del marco, como si fuera Rafael Nadal después de ganar en Roland Garros o Wimbledon. Lo peor estaba por venir. A las 13.00 anunció que las lluvias se iban a alejar de la comunidad en unas horas, lo que daba a entender que no había mucho que temer. Tuvo una reunión con el presidente de la patronal regional que finalizó a las 14.30 y después se fue a comer.
Ahí comienza un espacio de cerca de cinco horas que estaba envuelto en un cierto misterio. Se supo que incluía una comida privada, pero más tarde Mazón afirmó que se trataba de “un almuerzo de trabajo”. Uno muy misterioso, porque no quiso contar con quién comió en un restaurante cercano al Palau de la Generalitat en una cita que no aparecía en su agenda oficial. No salió de él hasta las 18.00. Fue una comida casi tan larga como la de Rajoy en el día de la moción de censura. La diferencia es que Rajoy no tenía en sus manos el destino de la Comunidad Valenciana ante una tragedia inminente.
Este viernes, se supo que la larga comida fue con la periodista Maribel Vilaplana a la que ofreció la dirección de la televisión pública valenciana. Ahí se vio por qué Mazón no había querido informar sobre esa cita, que resultaba ser más importante para él que la DANA que se cernía sobre Valencia. Resulta que el PP montó en cólera el miércoles 30 de octubre cuando el PSOE decidió que se celebrara la parte del pleno del Congreso en que se aprobaba el decreto de la reforma del sistema de elección del Consejo de RTVE. El día antes, con una alerta roja declarada por la AEMET, Mazón consumió varias horas en intentar convencer a la persona a la que quería al frente de À Punt. Cómo te quedas, Tellado.
A las 17.00 de ese martes comenzó una reunión del Cecopi, el centro que coordinaba la emergencia por la DANA. Ya sabemos por qué Mazón no estaba allí. Si como dice, estaba perfectamente informado de la situación, tenía que saber que había una alerta roja, que existía el riesgo de desbordamiento de los barrancos del Río Magro y del Poyo –estaba avisado por la Confederación Hidrográfica del Júcar–, y que la delegada del Gobierno había necesitado llamar cuatro veces a la consellera de Justicia antes de comer para que le atendiera y pudiera ofrecerle la ayuda que necesitaran.
Mazón también es responsable de la gestión de sus consejeros, básicamente, de su incompetencia. En su momento, Nuria Montes, consellera de Industria y Turismo, dio muestras de su falta de humanidad cuando ordenó a los familiares de los desaparecidos que se fueran a sus casas a esperar noticias. Más grave ha sido lo de la consellera de Justicia, Salomé Pradas, que era quien presidía la reunión de la Cecopi a la que Mazón llegó tarde. Se ha hecho famosa por su confesión de que fue un técnico el que le avisó en la tarde del martes que existía el sistema ES-Alert, de alerta a los móviles de los ciudadanos. El Gobierno valenciano lo presentó hace dos años y ya estaba activo en la comunidad desde este año.
A las 12.23 del martes la delegada del Gobierno ofreció por primera vez a Pradas la intervención de la UME. Días después, Pradas lo negó. Estaba mintiendo para salvarse a sí misma y a su jefe. Una cámara de TVE había grabado el momento de esa misma mañana en que la consejera comentó esa oferta con sus colaboradores. “Y por ejemplo la UME. Se ha puesto a disposición de poder desplazarse allí”, se le oye decir. A las 14.00, Pradas acepta la oferta de la UME, pero está destinada sólo para la localidad de Utiel.
En esa reunión de la Cecopi sin Mazón, el ambiente era caótico. “La situación de allí dentro era un caos total. La consejera no sabía dónde tenía una mano y dónde la otra”, ha dicho un testigo a El Mundo. Pradas salía de la sala con frecuencia, se supone que para intentar contactar con Mazón. La gravedad de la situación ya no se podía ocultar.
La intervención militar también es motivo de otras mentiras de Mazón. En días posteriores, afirmó que desde las 15:21 estaba pedida la UME. “Una vez se activa, nadie necesita Gobierno Autonómico pida más refuerzos” (la sintaxis atropellada es porque lo escribió en Twitter). La primera duda es que si pidió que la UME apareciera a esa hora, ¿por qué tardó hasta las 20.12 para emitir la alarma a todos los ciudadanos? Porque la presencia militar sólo fue requerida para Utiel. Desde luego que se necesitaba informar a la UME de cuáles eran los otros puntos a los que debía acudir.
Lo cierto es que Mazón dijo el 1 de noviembre que los efectivos militares presentes en la comunidad eran “los que había pedido”. En ese momento, no le parecía que hubiera ningún problema con el número de soldados desplegados.
El intento de Mazón de escaquearse de su responsabilidad había quedado patente días atrás en la rueda de prensa del jefe de la UME. “La situación operativa 2 implica que es la comunidad autónoma quien dirige la emergencia y que en ese momento todas las herramientas del Estado se ponen a su servicio, y es lo que se ha hecho”, dijo el general Francisco Javier Marcos.
Su testimonio reveló hasta qué punto era conveniente adelantarse a los acontecimientos. Frente a los que, como en el PP o en círculos de extrema derecha en redes, acusan al Gobierno central de no haber enviado antes al Ejército y que Defensa no hubiera ordenado un despliegue masivo, el general recordaba que las órdenes directas provenían del Gobierno valenciano y que las dificultades para llegar a las zonas afectadas eran máximas: “El peor enemigo de una emergencia es la improvisación. Inicialmente actuamos con 250 militares, de los que consiguieron llegar cien por las inundaciones. Hubiera sido imposible que llegaran 7.800. Hubiera sido descabellado”.
Pedro Sánchez no puede tirar cohetes con la desgracia política ajena. Fue un error no haber asumido la gestión de la emergencia cuando se fue consciente de sus dimensiones. Con las nuevas revelaciones sobre la conducta de Mazón, ese error es aún más evidente. El Gobierno sostiene que todos los técnicos y expertos en catástrofes les desaconsejaron apartar a las autoridades autonómicas de la gestión de la crisis. “Es la Generalitat quien mejor conoce los recursos, el territorio y las necesidades. Y lo que tiene que hacer el Estado es apoyarla”, dijo Sánchez.
A MAZON SE LE HA VISTO LA TRAMPA. SOLO QUEDA DIMITIR
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