lunes, 23 de marzo de 2020

EL FUTURO DE LA MONARQUÍA

LA CARA DEL EMÉRITO Y SU HIJA

Una imagen es suficiente, el emérito está tocado y pronto será hundido. Juan Carlos I ha derrochado el capital de confianza que le otorgó el pueblo español a la muerte de Franco. La cosa empezó muy pronto, concretamente el 23 de febrero de 1981.

Cuando apenas llevaba tres años de reinado constitucional, decidió poner en marcha un “golpe palaciego” de la mano de los jefes militares que le pidieron y consiguieron la dimisión del presidente Suárez. Su discurso de renuncia a la presidencia del gobierno me parece ejemplar y significativamente revelador: “No quiero que el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España”. Sobran comentarios.
Creo que el plan se le fue de las manos, como al aprendiz de brujo, y lo que iba a ser un clásico golpe militar para formar una especie de gobierno de salvación nacional, encabezado por el general Armada, fue desbaratado por la intervención inesperada del teniente coronel Tejero, con una turba de guardias civiles desarrapados, en pantalones vaqueros, que irrumpieron en el hemiciclo del Congreso de los Diputados disparando sus metralletas indiscriminadamente. Aquello, una vez más en nuestra historia reciente, terminó minando la salud de nuestra democracia como un virus más de los muchos que ha acumulado su reinado. La respuesta, en este caso de todo el sistema, fue excesivamente benigna y muchos de los intervinientes siguieron en sus cargos y han alcanzado altos rangos militares, mientras que los militares de la Unión Militar Democrática fueron, en su día, degradados y excluidos de cualquier reconocimiento o reparación.
No sé si Juan Carlos de Borbón, algún día, tendrá el valor de explicarnos  por qué urdió esa trama palaciega propia de épocas nefandas de nuestra historia. Esta vez no era necesario el caballo de Pavía, bastaba con descabalgar a Suárez que era un obstáculo para sus planes. Tenía preparada una alternativa política con un mando militar, por supuesto –y que nada menos era el general Armada, jefe de su casa militar–, para instaurar un gobierno en el que, con la cobertura formal de la Constitución, tendría un incuestionable protagonismo. Vieja tradición de los Borbones, su abuelo Alfonfo XIII le dió el poder a Primo de Rivera para ocultar su resposabilidad en las multiples corrupciones en la guerra de Africa, Ademas de la matanza de soldados que fue una verdadera sangria.
Luego han salido sus turbios negocios de comisionista. Como su abuelo Alfonso XIII. Ser puteros y ladrones les viene de casta. El senador Anasagasti dijo a propósito de la mano larga de Urdangarín "la ocasión hace al ladrón" y, Urdangarí era la que veía en la familia del suegro.



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