Martín Villa sabe lo que es borrar la historia
"Yo venía de gobernar Barcelona de la forma más civil que se podía en aquel tiempo", dijo sin pretender ser irónico. Ya se ocupó cuando fue después ministro de que no quedara rastro de los archivos policiales de esa época.
En una reunión del Consejo Nacional del Movimiento en diciembre de 1974, Martín Villa tuvo claro quién era políticamente menos de un año antes de la muerte de Franco: "Me considero como hombre radicalmente falangista, con el orgullo de quien a la Falange atribuye lo más positivo y avanzado del régimen nacido el 18 de julio". No es por tanto extraño que en esa época aún hiciera el saludo fascista en actos oficiales.
Hizo una referencia crítica a los acontecimientos ocurridos en la Plaza de Toros de Pamplona en los Sanfermines de 1978. Los llamó "una desdichada intervención de la Policía Armada". Los agentes asaltaron el recinto por una pancarta en favor de amnistía e hirieron a decenas de personas, algunas con heridas de bala. En los disturbios posteriores en la ciudad, los policías mataron al estudiante Germán Rodríguez de un tiro en la cabeza. Hubo en total 150 heridos.
Martín Villa no dijo nada en sentido similar sobre lo ocurrido en Vitoria el 3 de marzo de 1976. Son los dos hechos contemplados en la querella argentina. En Vitoria, la policía entró por la fuerza en la iglesia de San Francisco donde se estaba celebrando una asamblea de trabajadores en una jornada de huelga. También se empleó fuego real y la máxima violencia. Tres trabajadores cayeron bajo las balas de la policía –Francisco Aznar, de 17 años, Romualdo Barroso, de 19, y Pedro María Martínez Ocio, de 27– y otros dos murieron por el mismo motivo en otros puntos de la ciudad.
Las comunicaciones policiales revelan que los agentes antidisturbios ya tenían previsto utilizar las pistolas antes de iniciar el asalto a la iglesia. Después, eran muy conscientes de lo que había ocurrido. "Dile a Salinas que hemos contribuido a la paliza más grande de la historia. Aquí ha habido una masacre". La respuesta: "Ya tenemos dos camiones de munición. O sea que actuar a mansalva y a limpiar. Nosotros, que tenemos las armas, a mansalva y sin duelo de ninguna clase".
En el caso de Pamplona en 1978, él era ministro de Interior. En 1976 era Manuel Fraga el ministro de Interior, aunque ese día estaba en Alemania. Quien asumía el puesto en funciones en el Gobierno de Arias Navarro era Adolfo Suárez. Se cree que Martín Villa, como ministro de Relaciones Sindicales, también intervino en la toma de decisiones sobre los sucesos de Vitoria. Unos días después, viajó allí junto a Fraga para visitar a los heridos. El caso acabó ante un juez militar que decidió no procesar a ningún mando policial.
Los familiares y amigos de las víctimas de Vitoria y Pamplona no le han olvidado. Martín Villa, un cargo medio de los últimos años de la dictadura, acabó siendo un destacado miembro del establishment político y económico en la democracia. Quizá ese fuera también uno de los objetivos de la Transición.
LA TRANSICIÓN SE HA CONVERTIDO EN EL OLVIDO. OLVIDO DE LOS CRIMENES DEL FRANQUISMO Y TARDOFRANQUISMO. FRANQUISMO REVIVIDO EN LA ACTUALIDAD CON TANTA VIRULENCIA Y CHULERIA QUE DA MIEDO.
MARTÍN VILLA ES UN SER REPUGNANTE, UNA DEYECCIÓN DEL FRANQUISMO.
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