En España hay cosas que es muy difícil de erradicar. Una de ellas es el "sentido patrimonialista " de algunos funcionarios tienen con la Administración Publica. Es cierto que en sus orígenes, por tiempos de Maura a mediados del siglo 19, la cosa era muy distinta. Pero no hace mucho todavía he tenido que oír, por los años 2008, como un <funcionario muy celoso de sus datos> me decía. "eso no se lo digo yo a usted ni a nadie". No eran secretos de la OTAN, eran los datos correspondientes a un historial laboral de quien se iba a jubilar y quería conocer su situación. Nada más lógico que saber tus datos que obran en, en este caso,en Clases Pasivas del Estado.
El susodicho funcionario se puso muy "chulin" porque estaba al otro lado del teléfono. Se mandó el correspondiente escrito a la Dirección General de Clases Pasivas, y a los pocos días recibo una llamada del mismo Director General. Me pide disculpas y me dice "que no tienen la costumbre de facilitar esos datos", eran los parciales hasta completar el año. Después de escucharme, me dió lo que le pedía y me volvió a pedir disculpas, con el compromiso formal de "ahora en adelante" facilitar los datos completos de quien lo solicite.
La cosa se arregló porque yo estoy entrenado en relaciones con la Administración Publica, pero la mayoría, ante la chulería del funcionario de turno se hubiera cayado. Y eso no se puede consentir. La Administración Publica es trasparente y no se puede tomar como algo propio.
Estamos hablando del año 2008, la Constitución es de 1978, pues todavía quedaban "resabios" del "vuelva usted mañana" de Larra. Y es que los malos modos tardan en quitarse.
Apostemos por una Administración Publica al servicio del ciudadano.
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