“No es justo, no es justo…”. A su pretensión de defender la “honorabilidad” del PP denunciando un presunto caso de corrupción por parte de la presidenta de la Comunidad de Madrid, ésta había contraatacado denunciándolo a él por una operación de espionaje y había conseguido que fuera su relato el que se impusiera tanto en el interior del propio partido como en la opinión pública en general. La dirigente presuntamente corrupta se imponía al dirigente que denunciaba la corrupción. Esto era lo que, en su opinión, había ocurrido y de ahí el lamento por la injusticia del desenlace.
No se acaba de entender cómo una persona como Pablo Casado, con tantos años de militancia en el PP, la mayor parte de ellos en puestos de dirección, se sorprenda con lo ocurrido. La reacción de Isabel Díaz Ayuso al tener conocimiento de que el presidente del partido tenía información sobre la adjudicación por la Comunidad de Madrid de un contrato para el suministro de mascarillas por importe de un millón y medio de euros a un empresario amigo de su hermano por el que este habría cobrado una comisión de casi trescientos mil euros, es la típica en una organización mafiosa. Supone tomar la iniciativa y poner a la defensiva a quien podría hacer uso de esta información para tenerte controlada. Con su reacción desactivaba la denuncia que se pudiera hacer contra ella desde la dirección del partido.
No resulta comprensible que Pablo Casado y su entorno no tuvieran previsto cuál podía ser la reacción de Isabel Díaz Ayuso y que se engañara a sí mismo pensando que su actuación como presidente del partido estaba motivada por la defensa de la “honorabilidad” del PP.
En esta operación no hay “honorabilidad” por parte de nadie. Por supuesto que no la hay por parte de Isabel Díaz Ayuso. Pero tampoco por parte de Pablo Casado. No hay nada de honorable en dar un contrato de la forma en que lo ha hecho la presidenta de la Comunidad, pero tampoco la hay en reservarse una información de un caso de corrupción, en lugar de ponerla en conocimiento de la Fiscalía, con la finalidad de poder hacer uso de la misma en un potencial conflicto por el poder entre el presidente del partido y la presidenta de la Comunidad. La conducta de Pablo Casado ha sido tan mafiosa como la Isabel Díaz Ayuso. Ha sido, sencillamente, más torpe al ponerla en práctica. La presidenta de la Comunidad ha “madrugado” sencillamente al presidente del Partido.
Dado que del caso se ha tenido conocimiento público y que el Ministerio Fiscal ha tomado cartas en el asunto, es posible que Isabel Díaz Ayuso no consiga librarse por completo de las consecuencias de la adjudicación del contrato al empresario “amigo de la familia”. Es algo que iremos viendo a lo largo de las próximas semanas. Pero el que ya ha pagado todas las consecuencias de la falta de honorabilidad de todo lo ocurrido es Pablo Casado, que ha puesto fin a su trayectoria política de una manera irreversible.
Es posible que, con su torpe conducta, Pablo Casado acabe contribuyendo a que dentro del PP se orqueste una operación para salvar a Isabel Díaz Ayuso, argumentando la necesidad de poner fin al escándalo tras la defenestración de Pablo Casado. De ahora en adelante se hará valer entre propios y extraños la necesidad de construir una alternativa que permita enfrentarse al PSOE con posibilidades de éxito en todas las elecciones que se van a celebrar en lo que queda de 2022 y, sobre todo, en 2023. Y ello exige que se intente construir un cordón de respetabilidad en torno a la figura de la Presidenta de la Comunidad.
Casado, si supieras controlar tu boquita, cuanto mejor te habría ido. Has pecado de bocazas y con Herrera picaste el anzuelo y te lo tragaste entero. Ahora no llores que a la politica se viene llorado. Es lo primero que se aprende.
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