IMBRODA UN CACIQUE EN MELILLA |
Cazando a Lisbeth Salander en Melilla: cinco años de intrigas y siete vidas rotas
Lo denunciado por El Confidencial, demuestra que en Melilla el Estado de Derecho no cruza el estrecho. En diciembre de 2014 detienen a un pareja bajo la acusación de ser Lisbeth Salander. Una 'hacker' ,la Salander de Melilla llegó a convertirse en el gran azote del gobierno de Juan José Imbroda, intercalando documentos comprometedores con insultos y acusaciones veladas en cientos de interacciones en redes sociales.
La pareja detenida no tenía nada que ver con la tal Lisbeth Salander, pero durante cuatro años de su detención 'les han arruinado la vida', han perdido sus puestos de trabajo y se han tenido que venir a la Península por no poder soportar el acoso, entre otros del periódico local 'Melilla Hoy', que incluso estando bajo secreto del sumario publicaba, día tras día datos del mismo, incluso fotografías de los familiares.
El sumario -un tocho de ocho tomos y miles de páginas- se documentó durante meses y los detalles acabaron desplazando la atención de la opinión pública de las dos grandes operaciones anticorrupción en curso, de Tosca y Ópera, a cargo de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil en Melilla. En definitiva, cuanto más se hablaba de la Salander de Melilla, menos eco tenía la trama que denunciaba en su cuenta anónima. Estos están imputados en la Operación 'Tosca'.
Después de todo el ruido mediático, de páginas y páginas en la prensa local, de rogatorias internacionales para conseguir información de los servidores de Facebook y Microsoft, la causa acabó disolviéndose. La verdadera identidad de Salander nunca ha sido desvelada y, de hecho, la cuenta continúa abierta en Facebook, aunque silente.
Tanto la juez encargada del caso como la Fiscalía decidieron archivar el caso a principios de este año, asegurando que no había ninguna prueba de que Xavi, su mujer, así como ninguno de los otros imputados, estuviese detrás de la cuenta anónima. Sobre el matrimonio, en concreto, la Fiscalía concluyó que “no hay elemento ni indicio alguno para atribuirle un delito de descubrimiento y revelación de secretos. No se ha intervenido material a ambos en el que se hayan encontrado elementos o conductas que tengan encaje en el delito anteriormente descrito”.
Seis años después los ocho tomos del sumario cogen polvo y nada se ha resuelto, excepto
La ruina de unos inocentes, que no son los de la foto, precisamente. En Melilla el Estado de
Derecho no cruza el Estrecho.
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