Se está hablando mucho sobre volver a poner el Servicio Militar Obligatorio, la Mili. Me parece un retroceso a peor. La Mili que yo hice, 1967-68, fue la mayor perdida de tiempo imaginable. Un campamento en Almeria que no sirvió para nada, el que no sabía llevar el paso salió igual que entró. Tener unos mandos que algunos rayaban en el esperpento y la inutilidad. Comprobar como se trataba a las personas como un simple numero y se abusaba de ellos robandoles la comida . ¡Nos mataron de hambre! Ver el grado de incapacidad profesional de aquellos sujetos te llevaba a pensar: como tengamos un conflicto y estos nos tengan que defender, vamos listos. El absurdo de que un Cabo tiene más razón que un soldado, cuando el cabo era un ignorante vergonzoso. Y así en todo el escalafón. Que te dijeran a la cara que tú eras un número y no una persona. Esto lo he vivido yo durante cuatro meses en Almeria.
Los destinos. Me tocó Melilla. Melilla era un cuartel con calles. Tenía una Policia Militar que eran la Gestapo. Los licenciaban fuera de su llamamiento. En un viaje de licenciamiento de Melilla a Almeria desaparecieron cuatro que habían sido Policias Militares. Ojo al dato.La figura de Gotarredona dejó su marca. Yo estaba en un destacamento que eramos seis soldados, un teniente inútil, un sargento borracho y gorrón y un cabo primero, hijo del teniente, que no valía ni para hacer sombra. No había nada que hacer. Pero nada de nada. Perder el tiempo era lo que hacíamos. Había casos sangrantes, un recién casado con una hija muy pequeña, a los que tenían que mantener sus padres, los que estábamos estudiando y perdimos dos cursos completos.
¿Que aprendí yo en la mili?. Lo que ya sabía, a no fiarme de nadie y menos si tenía un "galón" porque iban a "chulearte" el tabaco o la bebida. Los malos tratos que yo presencie en Almeria hoy serian un escándalo. Entonces eran normales. "El mando manda", desde violencia física gratuita hasta abusos sexuales. El robo sistemático en la comida era "norma habitual". Si te tocaba de "semana de cocina" uno que quería cambiar el coche, pasabas más hambre que en Biafra. En los cuatro meses que yo estuve en Almeria "todos cambiaron el coche". La bazofia y escasez de la comida era escandalosa.
En Melilla la comida era buena y abundante. Pero no podías salir en un año. Era una cárcel. ¿Qué delito habíamos cometido para estar encerrados un año sin poder salir?. Ser españoles y tener 21 años. Se veía normal. No había otro remedio que aguantarse.
La locura llega al punto de que en un estado Aconfesional en Semana Santa las banderas de los centro militares estén a media asta en señal de duelo. Esto es delirante, volvemos al franquismo tan aprisa que quieren volver a poner la LA PUTA MIL
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