EL CINISMO DE ALFONSO GUERRA LO LLEVA EN LA CARA |
No paso ni diez minutos en una comisaria en la epoca de Franco, salvo que fuera a hacerse el DNI. Sus "muchas luchas" se las inventaba junto con las noches de hacer el amor y escuchar a Mahler; aseguraba haber llegado a la música clásica por sus muchas escuchas de Mahler. No te lo crees ni tú. Ha sido un teatrero, no hombre de teatro, teatrero, simulador. Un simulador de ser lo que no era. Presumía de títulos académicos que no tenía, decía que lo le gustaba era la docencia y su experiencia era la de ser profesor interino de dibujo técnico en la escuela de Peritos. Lo más descarado fue lo de su hermano "Juanillo", le puso un despacho en la delegación del Gobierno en Sevilla para "tomarse unos cafelitos". Por donde pasaba todo el que quería algo.
Con cargo al Estado pagó una beca a su compañera sentimental en Roma durante la gestación del hijo de ambos. La legitima estaba en Sevilla. Dijo que le habían liado para estar en política, se ha pasado 38 años como diputado y miembro de los Gobiernos de Felipe Gonzalez. Para ser una "liada" la ha echado larga.
Cuando la oposición le puso contra las cuerdas por el caso Juan Guerra, don Alfonso se vio obligado a comparecer en el Congreso. Arreciaban los rumores de una posible dimisión, pero no, su caída no llegaría hasta meses después. Lo que pasó ese día, según recuerda Semprún, es que Guerra sacó lo peor de sí para mantenerse en el poder: "Entonces se desveló la verdadera naturaleza del personaje. Largamente, en un tono arrogante o insinuante, sectario siempre, olvidándose de que era el acusado y no el fiscal, comenzó á sacar trapos sucios, o presentados como tales, de unos y de otros. Citó o hizo veladas alusiones a expedientes confidenciales. Se refirió a correspondencias privadas, de las que uno podía preguntarse cómo habían llegado a sus manos. En una palabra, replicó salpicando de lodo al conjunto de la clase política, utilizando a veces expresiones al borde del chantaje".
Alfonso Guerra es un mal bicho cargado de rencor y con una capacidad para resolver problemas absolutamente nula. Es el típico mentiroso que no duda en dar la vuelta a la historia que hemos vivido para hacerse él la figura. Teatro, puro teatro. Del malo, del que nadie se lo puede creer.
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