domingo, 20 de mayo de 2018

EL INDEPENDENISMO CATALAN MUESTRA SU VERDADERA CARA - LA XENOFOBIA-

MALO FUE MAS, PEOR FUE PUIGDEMONT, Y ESTE , TORRA, APESTA A XENOFOBO. ¡JODER QUE TROPA!



¿Representa el señor Torra, con su xenofobia salvaje, al independentismo actual? ¿Esto es lo que había detrás del nacionalismo tolerante, transversal, abierto e integrador que el catalanismo predicaba en Cataluña?
Uno entiende muy bien que el señor Puigdemont y tres o cuatro insensatos como él compartan las ideas del señor Torra, pero ¿las comparte también el PDeCAT, la antigua Convergència de Pujol y Roca y Mas? ¿Las comparten ERC y la CUP, partidos que dicen ser de izquierdas? Y, si no las comparten, ¿cómo es posible que hayan permitido con sus votos que este señor sea presidente de Cataluña? Porque no es que el señor Torra no merezca ser presidente de la Generalitat; es que no merece ser representante político de nadie, y los partidos catalanes que conservan un mínimo de cordura y dignidad hubieran debido exigir su inmediata dimisión como parlamentario

El nuevo presidente de la Generalitat es un entusiasta de Estat Català, un partido fascista.

  ¡Pero, hombre de Dios, cómo se le ocurre! ¿Quién en su sano juicio consideraría una ofensa que se le califique de sucio, fascista, violento y expoliador, como hace usted en sus textos con millones de personas? Y ahora la pregunta se impone: ¿representa el señor Torra, con su xenofobia salvaje, al independentismo actual? ¿Esto es lo que había detrás del nacionalismo tolerante, transversal, abierto e integrador que el catalanismo predicaba en Cataluña y que tantos creyeron durante años (aunque no fueran nacionalistas)?

Hasta aquí, el asco y la vergüenza; ahora viene el miedo. Porque el señor Torra ha prometido en el Parlamento catalán hacer exactamente lo mismo que, en nombre de la democracia y sin el más mínimo respeto por la democracia, hizo su antecesor en la presidencia de la Generalitat, lo mismo que en otoño pasado llevó a Cataluña, tras el golpe desencadenado el 6 y 7 de septiembre, a vivir dos meses de locos durante los cuales el país se partió por la mitad y quedó al borde del enfrentamiento civil y la ruina económica (una ruina que algunos economistas consideran en voz baja difícil de evitar: una muerte lenta). Por supuesto, este xenófobo entusiasta de un partido fascista o parafascista y violento se halla en condiciones de cumplir su ominosa promesa, porque a partir de su toma de posesión tendrá en sus manos un cuerpo armado compuesto por 17.000 hombres, unos medios de comunicación potentísimos, un presupuesto de miles de millones de euros y todos los medios ingentes que la democracia española cedió al Gobierno autónomo catalán, además de cosas como la educación de decenas de miles de niños. Dicho lo anterior, sólo cabe  añadir que nos sentiríamos  mucho más tranquilos si el presidente de la Generalitat fuera un paciente escapado del manicomio de Sant Boi con una sierra eléctrica en las manos.

A veces la historia no se repite como comedia, según creía Marx, sino como pesadilla; es lo que está ocurriendo ahora mismo en Cataluña. El señor Torra lleva razón en una cosa: de un tiempo a esta parte, todo el nacionalismo catalán y dos millones de catalanes parecen haber abrazado las ideas que en los años treinta defendían Estat Català y Nosaltres Sols!; la mayoría de los separatistas no lo saben, claro está, pero eso explica que nuestro nuevo presidente sea el señor Torra. O dicho de otro modo: ayer tomaron el poder en Cataluña aquellos a quienes la mayor parte del nacionalismo catalán, desde los años treinta hasta hace muy poco, consideraba extremistas peligrosos, cuando no directamente descerebrados. En estas circunstancias, no sé si merece ya la pena pedir ayuda a un Gobierno español que ni siquiera ha sido capaz de explicar a la opinión pública europea qué es lo que está pasando en Cataluña; se la pido al Estado democrático, a los europeos, a los españoles y a los catalanes de buena fe —incluidos los separatistas catalanes de buena fe—: hay que parar esta pesadilla.

En la Europa civilizada, estos supremacismos racistas y xenofobos, Hungria, Polonia, Holanda,(también en la Cataluña de Torra) causan escalofríos. Solo hace 72 años que se puso fin a una guerra que costó 50 millones de muertos por causas similares a las que propugna Torra.  Los "progon" de la Alemania nazi no están tan lejos.

Aquellos escamots no vestían camisas negras, ellos las gastaban verde oliva. Los empleó en 1931 su creador, Miquel Badia i Capell, el capità collons, como arietes de acción violenta contra sus rivales políticos. Fascio. Josep Dencàs, rendido admirador de Mussolini que esperaba «poder implantar un día el fascismo en Cataluña»; Manuel Blasi, que en 1936 organizaría un golpe de Estado contra Companys; el capità collons y su hermano Josep, todos ellos líderes notorios del partido nacionalista catalán Estat Català, fundado por Francesc Macià, «son los mejores ejemplos del independentismo». Lo ha dicho su rendido admirador Quim Torra, el xenófobo president títere recién estrenado.




OIGA, QUE ESTO NO ES UNA OBRA DE TEATRO, ESTO ES CATALUÑA HOY.


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