JUAN CARLOS DE VACACIONES |
Así es Emiratos, el país que acoge a Juan Carlos I: nula libertad de expresión, migrantes esclavos y 14 años de prisión por ser homosexual
Para las vaciones se elige un sitio en el que te sientas cómodo. Ese es el pais que ha elegido "el fugado", no hay libertades y a los homosexuales se les encarcela. Me figuro lo dicho por "el fugado" la primera noche en su lujoso acomodo de a 12.000 euros la noche ¡Me siento como en la España del Caudillo, a quien Dios tenga en su gloria! No hay periodistas molestos, nadie me controla y soy uno más la gran familia de mis amigos, ¡cuanto he tenido que aguantar para llegar a esto!
Migrantes y mujeres esclavas
Los ciudadanos extranjeros representan más del 88,5% de la población de los EAU. Los más pobres son los que levantan las altas torres, la inmensa mayoría que no percibe ni un solo beneficio de la riqueza de los élites y de los que les siguen el juego. Consiguen trabajo mal pagado gracias a un sistema común en el Golfo Pérsico llamado kafala: son ellos los que abonan al empleador cuantiosas sumas de dinero por obtener visas que les permitan quedarse en el país. A cambio, las condiciones económicas son pésimas –no hay salario mínimo–, malviven muchas veces hacinados, es habitual el impago de salarios, y, en caso de renunciar, les esperan multas, deportaciones o incluso penas de prisión. Los trabajadores domésticos, además, son aún más vulnerables: están más expuestos a abusos de carácter sexual. "Una ley de 2017 amplió las protecciones laborales clave a los trabajadores domésticos, pero las disposiciones siguen siendo más débiles que las de la legislación laboral nacional del país", explica Human Rights Watch.
Los ciudadanos extranjeros representan más del 88,5% de la población de los EAU. Los más pobres son los que levantan las altas torres, la inmensa mayoría que no percibe ni un solo beneficio de la riqueza de los élites y de los que les siguen el juego. Consiguen trabajo mal pagado gracias a un sistema común en el Golfo Pérsico llamado kafala: son ellos los que abonan al empleador cuantiosas sumas de dinero por obtener visas que les permitan quedarse en el país. A cambio, las condiciones económicas son pésimas –no hay salario mínimo–, malviven muchas veces hacinados, es habitual el impago de salarios, y, en caso de renunciar, les esperan multas, deportaciones o incluso penas de prisión. Los trabajadores domésticos, además, son aún más vulnerables: están más expuestos a abusos de carácter sexual. "Una ley de 2017 amplió las protecciones laborales clave a los trabajadores domésticos, pero las disposiciones siguen siendo más débiles que las de la legislación laboral nacional del país", explica Human Rights Watch.
Esta es la "familia" con la que se ha ido "el fugado".
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