“Rabia y humillación”. Es lo que sintió el cabo primero José Ángel González Villagrás de su superior tras recibir una patada porque no realizaba bien una instrucción marcial. Se la propinó el teniente Juan Carlos Calabrús, el 9 de julio de 2015, en una explanada de Cerro Muriano (Córdoba) en la que ensayaban un desfile militar junto al resto de compañeros de la formación.
“El delito de abuso de autoridad en su modalidad de obra a un inferior es pluriofensivo, en el que confluyen hasta tres bienes jurídicos objeto de protección: integridad física y corporal, dignidad personal y disciplina”. Los cinco jueces que han avalado la condena minimizan el hecho de que la patada fuese “de escasa entidad”. Basta “un mero de acto de violencia física” para conculcar "la dignidad" de una persona, y más si se trata de una agresión a un subordinado delante de los compañeros. Recuerdan los jueces que la normativa militar "no prevé otros modo de amonestar o sancionar que el de la palabra”, y nunca “el empleo de golpes o patadas de corrección, aunque sean de mínima entidad”. Señalan los jueces que la “agresión, en público y delante de la formación muestra una irresponsable, indebida e incorrecta actitud conductista del teniente, que afecta directamente a la disciplina, virtud esencial y factor de cohesión en las fuerzas armadas”.Uno de los jueces discrepantes con la condena, Francisco Menchén, sostiene que en este caso “no existe un acto de agresión o de violencia” y esgrime otra sentencia, de la misma Sala, en la que un superior fue absuelto tras empujar a una subordinada que no acertaba a realizar un ejerció con una red. Destaca que el teniente, pese al carácter vejatorio de ponerle el pie en el muslo, solo pretendía “llamar la atención, corregir, advertir a quien no se enmienda de una postura incorrecta" y al que había avisado antes varias veces, sin ser oído, de que lo estaba haciendo mal. Alega que el cabo llevaba los tapones sin permiso del superior e indica que la publicidad de la patada quedó reducida "a dos compañeros de la última fila”.
PARA ALGUNOS JUECES DE LA MILITAR LOS CASTIGOS CORPORALES NO HAN SIDO SUPRIMIDOS DEL EJERCITO. SE PIENSAN QUE SIGUEN COMO CON FRANCO. UNA VERGÜENZA.
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