miércoles, 15 de marzo de 2017

AL REY "EMERITO" LE PINTAN BASTOS

Ha salido a la luz unas grabaciones telefónicas del rey Juan Carlos I en los años 90, en las que el entonces rey confesaba su relación con la decoradora mallorquina Marta Gayá. Se le puede escuchar como afirma "nunca he sido más feliz" en alusión a sus relaciones  con Marta Gayá. Estas grabaciones las hizo "ilegalmente" el CNI. Centro Nacional de Inteligencia, los espías. Y han salido a la luz como "aviso a navegantes" si se sigue "depurando" a policías, que con el anterior ministro, Fernandez Díaz han "hecho mangas y capirotes" con las investigaciones policiales. Esto es lo que se conoce como "si me tocas los c..., yo también tengo materia para organizarla, y gorda". Un chantaje impresentable por parte de quien tiene la obligación de cumplir la Ley.
Lo cierto es que a Juan Carlos, en los años 90 se le sobreprotegió y no se publicaba nada referente a sus debaneos sentimentales. Saberse se sabía, pero no se contaba nada. Esto nos da una idea de lo frágil que era la monarquía en España. Y sigue siendo.
A la familia "modélica" de la Monarquía Española, Juan Carlos la hizo poco caso. Ya se sabe que los matrimonios reales son de "cuento de hadas", pero en la realidad, y en este caso el varón, tuvo las "amigas" entrañables que quiso y cuando quiso. Barbará Rey, Marta Gayá, Corina, y quien sabe cuantas más. No es extrañar, ya que los Borbones inmediatos han sido pródigos en amoríos. De Alfonso XIII, se decía que tenía una legión de hijos de "estraperlo"(ilegitimos) repartidos por todos los sitios que pisaba.
ESTO ERA LA FICCIÓN
ESTO ERA LA REALIDAD
Lo más grave de la cuestión es el uso partidista y chantajista que tiene la publicación de esas grabaciones. Que los espías espían cabe en la lógica. Para eso están. Pero que el fruto de su espionaje caiga en manos de chantajistas, eso ya es más peligroso.
 Nada nos puede sorprender después de conocer los espionajes de la CIA. Pero la justicia no puede permitir que lo "espiado" caiga en manos de indeseables. Por muy policías que sean, o por muy periodistas que digan serlo.

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