sábado, 23 de septiembre de 2023

FEIJÓO EL HOMBRE QUE SUSURRABA A LOS SOCIALISTAS, SÓLO A LOS BUENOS

 

Feijóo en el diván intenta curar su miedo escénico

FEIJÓO DE SUS PASEOS CON EL NARCO APREDIÓ MUCHO. UNA COSA QUE APRENDIÓ ES QUE LO QUE NO TE LO DEN LO COGES POR LAS BRAVAS.

Estamos viendo, con estupor, como Feijóo va por las calles pidiendo el voto para su investidura. Veamos: -Feijóo se acerca a unas personas, hombres y mujeres y de golpe y porrazo les pregunta, ¿son ustedes socialistas?, pues entonces me tienen- que votar-.  El grupo se queda sorprendido y uno le dice ¿vou parlez francés?. Feijóo se queda muy corrido y piensa: -tendre que pedir ayuda a Cuca Gamarra, esa si que sabe pedir-. Va a Cuca Gamarra y le dice: -tenemos que pedir el voto a cuatro socialistas buenos, ¿tu me ayudas?-. La Gamarra le coge del brazo y le dice, -mira Alberto, hay que poner cara de genio y modales de rabanera, como me puse yo el día del voto de Casero-. -Ya,  le dice Feijóo, pero mira como te lució el pelo, no te hicieron ni puto caso-. La Gamarra que ya tiene bastante cabreo porque iba para presidenta del Congreso y se ha quedado para olerle los pedos al Feijóo, se cabra y le dice, -pero mira que eres capullo, ibas a comerte el mundo y te ves pidiendo, mendigando votos de transfugas de la mano de Aznar, que estaba en el panteón de hombres ilustres, pero en el panteón-.

Feijóo recapacita y piensa: -con lo tranquilo que estaba yo en mi Galicia, si lo sé no vengo-


COMO TAMAMES SE VA A QUEDAR FEIJÓO DESPUÉS DEL NO DEL CONGRESO

La luz tenue, casi tinieblas, nos indica que estamos en un relato de ficción y las puntas de los zapatos negros de Alberto Núñez Feijóo señalan al techo. La cabeza, sobre un almohadón; la espalda, horizontal sobre el diván; la lengua, suelta. El líder del PP dice lo primero que se le pasa por la cabeza, asociación libre de ideas, sin juzgarlas, sin censurarlas previamente. Aznar, Galicia, investidura, Sánchez, lenguas cooficiales, Baltar, Silvia Intxaurrondo, Ayuso, maldito PNV, Borjita Sémper, Marcial Dorado...

El diván empezó a usarse en sesiones psicoanalíticas como reminiscencia de la hipnosis. Sigmund Freud dejó de utilizar el péndulo, pero seguía aconsejando a los pacientes estirarse sobre el mueble con los ojos cerrados para una mayor concentración. Mejor el diván que una conversación cara a cara entre paciente y especialista con una árida mesa de por medio. Tumbado, Feijóo, proseguía ante la atenta escucha del psicoanalista. Verano azul, Miguel Ángel Rodríguez, Federico, yo he ganado las elecciones, encaje territorial de Catalunya, gobierno ilegítimo...

El líder del PP no puede disimular los síntomas de agotamiento. Ha sido un mes larguísimo. El 22 de agosto el jefe del Estado le designaba como candidato para el debate de investidura. Feijóo alardeaba de que, con unas semanas de margen, podía conseguir los cuatro votos que le faltan para convertirse en presidente del Gobierno. Ni cuatro, ni tres, ni dos, ni uno. Solo PP (136), Vox (33) CC (1) y UPN (1) le apoyarán, salvo sorpresa o 'tamayazo' la próxima semana. Son 172 diputados a favor, de un total de 350. Desde el diván, el gallego no frena la verborrea. Cuatro más, solo cuatro más, Emiliano, Emiliano, Emiliano, Emiliano...

El analista pasea por el habitáculo con las manos agarradas por la espalda. Al escuchar el nombre del presidente de Castilla-La Mancha, se detiene, levanta una ceja y multiplica su atención. Consciente de que no existen enfermedades, sino enfermos, como repetía el doctor Gregorio Marañón, el analista se ha propuesto el reto de dar, en esta sesión, con el motivo por el cual quien fue presidente de la Xunta de Galicia durante tantos años ahora tiene miedo escénico. Quien tanto ha comparecido en público ahora solo desea esconderse bajo una manta en el salón de su hogar. Aznar, Ayuso, Aznar, Ayuso...

Un año y medio como presidente del PP y al dirigente le han pasado factura estos meses físicamente. Cuando llegó, Juan Manuel Moreno Bonilla ganaba por mayoría absoluta las elecciones a la Junta de Andalucía usando un lenguaje moderado y confrontando con Vox, cuya candidata en aquella campaña electoral fue Macarena Olona. Mucho ha llovido desde entonces. Aquel era el camino, alardeaba Feijóo. Lenguaje tranquilo, sin estridencias, para desarrollar después las políticas de la derecha de toda la vida. Hoy, el PP de Feijóo comparte gobiernos con la ultraderecha en cinco comunidades autónomas y en cerca de 150 ayuntamientos. ¿Por qué Santiago no ha votado a nuestros candidatos a la Mesa del Congreso?, se cuestiona, en voz alta, desde el diván. ¿Por qué no me apoyan los del PNV?

Los resultados del 23J todavía son una pesadilla en la calle Génova. El 11 de julio, el equipo de campaña del PP casi bailaba la conga en la estación de Atocha. La caravana de campaña seguía su rumbo y la noche anterior Feijóo había conseguido acorralar a Pedro Sánchez en el debate cara a cara en Atresmedia, se mostró hábil en el uso de la mentira y la interrupción ante un socialista sorprendentemente lento en las reacciones. La noche del 23 todavía perdura en la zona noble de la sede del PP, no se lo esperaban.

¡Ayuso, Ayuso! El nombre de la presidenta de la Comunidad de Madrid fue coreado por los militantes reunidos bajo el balcón. Unos gritos que siguen retumbando por los pasillos del interior del edificio de la calle Génova. Feijóo no obtuvo números ni para gobernar ni para imponer un modelo diferente en el partido. Un PP menos dependiente del ecosistema Madrid y con tonos más sosegados. Algunos medios de Madrid, cuya financiación en buena medida viene de la Puerta del Sol, hacen bien su trabajo.

Feijóo continúa hablando, esbozando palabras que por separado no tienen ningún sentido, pero que, escuchadas todas juntas, el psicoanalista puede llegar a comprender. Los próximos días, el líder del PP se juega su liderazgo. La semana que viene es el momento: su debate de investidura. En su discurso tendrá que mostrarse como presidenciable, aunque no logre los votos suficientes. Todo el país estará pendiente de sus palabras. Pero dos días antes de la tribuna del Congreso, subirá al escenario de la plaza Felipe II de Madrid. Y ahí tendrá que interpretar otro papel clave: tendrá que convencer a propios y ajenos de que es el líder de la derecha española.

El nerviosismo se apodera del gallego tumbado en el diván. Aznar, Ayuso, Aznar, Ayuso, Aznar... La almohada, empapada de sudor. Aznar, Ayuso, Aznar, Ayuso... El analista concluye: el paciente necesitará más sesiones para superar su miedo escénico. No mejora.


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