EL MINISTRO DEL INTERIOR MARLASKA ES DE UN CINISMO NAUSEABUNDO. NIEGA LA EVIDENCIA. LO QUE TODOS VEMOS Y SUFRIMOS. ES TAN RUÍN Y MISERABLE COMO LO FUE JORGE F. DÍAZ Y ZOIDO. YA HACE FALTA SER CANALLA PARA NEGAR LOS EXCESOS POLICIALES Y LAS TORTURAS Y ADEMÁS CONDECORAR A LOS TORTURADORES
Tortura y detención ilegal fueron los hechos por los que el condecorado Héctor Moreno, y el resto de policías implicados, fueron condenados. ¿Y cuáles fueron los hechos?
La sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid data del 1994, pero los hechos ocurrieron en 1984, diez años antes, en el madrileño barrio de Malasaña.
Según la sentencia, Moreno y otros policías detuvieron a unos transeúntes “sin causa alguna”. Uno de los policías, que no aparece identificado en el fallo del tribunal, golpeo con su pistola a uno de los detenidos, para posteriormente junto a Moreno, golpearlo contra los cubos de basura e introducirlo en el coche policial. Las palizas y torturas continuaron en comisaría y los agentes, posteriormente, falsearon el atestado policial.
Más de una década después, los agentes fueron condenados a 48 años de inhabilitación y a cinco meses y medio de arresto por tortura y detención ilegal. No obstante, tan solo 4 años después de la sentencia, el Gobierno de Aznar conmutó la pena y estableció una suspensión de seis meses y un día siempre que ninguno de los cinco policías condenados volviera a “cometer delito doloso durante el tiempo de normal cumplimiento” de la condena.
Cuando a Héctor Moreno le llegó el indulto, ya había ascendido a inspector jefe y en 2002, durante el mismo gobierno de Aznar, se convertiría en comisario. Tras este periplo, fue ocupando distintos cargos, entre ellos jefe de la Brigada Central de Investigación de la Comisaría General de Policía Judicial. Hoy, el ministro Marlaska, recoge en su escrito condecorativo que Moreno García y el resto de condecorados, “con su actuación singular y extraordinaria han prestigiado a la Policía Nacional”.
Un ejemplo más, de los muchos que existen y se ven de forma cotidiana, de la convivencia entre el poder político, sea del signo que sea, y las fuerzas represivas del Estado. Unas fuerzas que tienen en su ADN la represión y la tortura como práctica de manual, y siempre con la tranquilidad de en un momento complicado, contar con la ayuda del Ejecutivo.
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