Tuve la suerte de visitar Siria en el año 2005. Estaba en el Gobierno el mismo que hay ahora, Bashar el Asad, medico oftalmológo y casado con una inglesa, él estudió en Londres. En el año 2005 había una impresión generalizada que el régimen evolucionaría a una democracia. En conversaciones con el guía, 15 días juntos solos dan para mucho. El era palestino y me decía que "aquí nadie se cree la propaganda del régimen". Nunca he visto una ciudad con más parabólicas. Estaban perfectamente informados, eran muy amables y el país era muy seguro. Estaban empezando a recibir turismo y se les veía con ganas de ser amables. Se notaba la corrupción latente, desde que entrabas en país hasta que salias. Nada hacia presagiar la tragedia ocurrida.
En el 2011 y sin una justificación clara se montó una guerra que ha sido y es la vergüenza del mundo. Por un lado está el régimen de El Asad, apoyado por Rusia e Irán, por el lado de los insurgentes cuentan con el apoyo de los Estados Unidos, y los terroristas del ISIS que han encontrado el campo abonado para sus maldades . Y en medio el pueblo Sirio.
Todas las guerras son malas pero las civiles son las peores. La crueldad exhibida por ambos bandos es algo medieval, no ha habido ni el mínimo respeto por los civiles ni mujeres ni niños, todos, por ambas partes han sido carne de cañón, torturas sin cuento y masacres espeluznantes.
La ONU aprobando resoluciones que han sido vetadas sistemáticamente por Rusia. Europa, como siempre, a lo suyo a mirar los presupuestos y que la dejen en paz. No ha querido saber nada de los refugiados, dando el repugnante espectáculo de negar el derecho de asilo a quien huía de la guerra.
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