lunes, 29 de abril de 2024

MANOS SUCIAS, BULOS, LAWFARE, JUSTICIA TORCICERA, ABOGADOS BLASFEMOS, UN NO PARAR

 

Manos sucias, abogados blasfemos, golpismo del PP y ‘lawfare’

Tras las últimas elecciones, los populares han tomado una pendiente sin frenos para expulsar como sea y sin recato, ni moral, ni espíritu democrático, al gobierno legítimo constitucional

El Partido Popular vive, desde 2004, en un estado de sobreexcitación, de no aceptación y de rebeldía por estar en la oposición. Vive incluso en modo desestabilización institucional. Parte de la sociedad ha acabado asumiendo y normalizando esta actitud. Ha terminado por contagiarse de ese nerviosismo y agresividad. Y esto es grave.

La mal llamada polarización por la conservadora Real Academia de la Lengua podría dar a entender que existen dos polos extremos iguales –aquí está su manipulación– pero al mismo nivel, que son la derecha ultra y la izquierda ultra –ésta muy minoritaria y sin representación en el Parlamento–. Y esto es mentira, primero porque no tienen nada que ver. Por los hechos (y los discursos) los conoceréis y desde luego los planteamientos de Vox son inequívocos en cuanto a la negación rotunda de un “Estado social” , “democrático” y “de derecho”.

Pero hay algo peor que esta facción nostálgica del régimen dictatorial. Y eso es el PP. El liderazgo de Aznar sigue iluminando ese sendero de extrema derecha que emprendió: la mezcla de sus intereses económicos, sus ideas ultraderechistas –que ocultó mientras hablaba de Azaña y que consiguió engañar a algunos o a muchos (me incluyo)–, su etapa final, más propia del ridículo payaso de Berlusconi (padrino en la maldita boda) y, a partir de ahí, el engaño masivo que fue la mentira de lo que sucedió el 11-M. 

A Aznar le sucedió el corcho flotador de M. Rajoy. Su capacidad para no mojarse dejó unas huellas que, a mí (que había sido portavoz en Administraciones), me sacudieron. Que colocara como portavoz a un personaje tan corrupto como falso llamado Eduardo Zaplana me alejaron definitivamente. La actuación tras las elecciones de 2004 me dejó fuera de juego y me exilié a otras actividades fuera de España relacionadas con los DD.HH. Cuatro años escuchando lo de “gobierno ilegítimo” me saturó desde el primer momento. En 2018 volvió el PSOE. Y otra vez la misma matraca, que, seis años después, no ha cesado. ¡Qué mal perder tiene la derecha que cuando pierde, cuestiona siempre los resultados! ¿Es eso ser demócrata?

Y en estas llegó Feijóo. Aunque el autocalificado como periódico progresista llevaba años dándole bendiciones, yo me atrevería –solo dos meses después de llegar a Madrid, de la mano de la ya entonces trumpista Ayuso– a calificarle como el arte de la simulación. Desde entonces se ha mostrado como un hombre sinuoso, escurridizo, queriendo aparentar una bonhomía muy hipócrita.

Tras las últimas elecciones, el PP, totalmente desinhibido, ha tomado una pendiente sin frenos para expulsar como sea y sin recato, ni moral, ni espíritu democrático al gobierno legítimo constitucional surgido de la elección de los ciudadanos en julio del año pasado. No aguanta más en la oposición. Si tienen que morder (en sentido figurado), muerden, si tienen que mentir, les sale muy bien. Pese a su apariencia estirada, el líder es un agitador y hasta cuando pronuncia “Sánchez” la cara se le contrae y emite señales de odio. Está contagiado de Ayuso

Para que toda esta agitación, cargada de bilis y mentira, tenga éxito, además de la desvergüenza –que les sobra–, se necesitan dos ingredientes fundamentales. En primer lugar, una extensa red de medios y pseudomedios financiados en gran parte con el dinero público de las comunidades peperas, que más que informaciones lo que hacen es divulgar bulos, invenciones y falsedades. 

Luego viene un chiringuito mafioso, o de perturbados juntarrecortes, que acude al juez (generalmente, y no es por casualidad, les toca por reparto uno de los suyos) y, venga, a volver a injuriar. De esos hay bastantes: unos son escasamente conocidos pero hay otros que son muy activos querellándose contra quienes les caen mal.  Entre ellos, están Hazte oír, la Asociación de Abogados blasfemos que peca contra el segundo mandamiento al utilizar pérfidamente el nombre de Cristo. Sobre esta panda de posesos –que contribuye a crear aún más ateísmo–, no he oído a los obispos pedirles que no utilicen el nombre del cristianismo para dedicarse a presentar querellas a troche y moche…

Lo de Manos Sucias es de traca. Es sabido que, junto con su ideología fascista declarada, se dedican constantemente a extorsiones y estafas. Para ello, utilizan torticeramente los tribunales. Amenazan, pero si cobran retiran las denuncias. Ese es su modus operandi. Hasta hace muy poco estaban condenados por la Audiencia Nacional, pero hace escasos días el Tribunal Supremo ha revocado la sentencia anterior. En la Sección que les ha absuelto están Marchena y Llanera. Menuda pareja. 

El otro elemento fundamental para alcanzar el éxito en la estrategia desestabilizadora es la implicación de jueces y magistrados que, de forma desleal a su exigible independencia, se convierten en activistas políticos. Los hay y no son pocos. Entre ellos está el disparatado juez que ha acordado abrir diligencias penales contra la esposa del presidente, sobre la base, exclusivamente, de unos recortes de prensa que el propio denunciante admite que podrían ser noticias falsas. El juez Juan Carlos Peinado tiene detrás una historia de disparates. También tiene el mérito de tener una hija concejala del PP en Pozuelo. Desde luego, el juez Peinado ha cumplido la máxima aznariana: “Quien pueda actuar, que actúe”

Hay bastantes más y no me resisto a mencionar a una magistrada de la Audiencia Nacional. Como es sabido, son muy numerosas las querellas interpuestas por esos letrados con caperuza contra personas del PSOE por la amnistía. El cilicio lo guardan para pinchar a los que odian porque son muy cristianos, oiga, pero odiar y joder al prójimo lo hacen con prodigalidad. Pues bien, todas las querellas están siendo inadmitidas de plano, así directamente. No obstante, la jueza a la que me refiero, sorprendentemente la admitió y acordó “la apertura de diligencias. esenciales para determinar si había infracción penal con la proposición de ley”.

Eso no tenía recorrido y era insostenible, pero quiso dar la nota y se dejó llevar por su ideología. La magistrada María Tardon fue concejala del PP en Madrid, y está en la lista para ir al CGPJ cuando se renueve. Con ello, acaso quiso hacer méritos para ser elegida cuando llegue el momento. Dos semanas después tuvo que declarar su inadmisión (no tenía otra salida), pues Patxi López y otros diputados eran aforados y, por tanto, no le correspondía a ella, sino al Tribunal Supremo enjuiciarlos. ¿Y por qué no lo remitió? Porque, mientras, el alto tribunal estaba inadmitiendo todas las querellas, simplemente porque lo denunciado no tenía relevancia penal. He entrado en el detalle de explicar esto para que los lectores conozcan cómo funcionan las mentes de algunas señorías 

Lo peor de todo esto, del ambiente que se vive, de la crispación creada por los políticos de la ultraderecha y la actuación de chiringuitos, jueces y pseudoperiódicos, es que esa bronca se traslada a la ciudadanía. Y ya ha habido alguna agresión a personas solo por sus ideas.

Poco después de decir el presidente de Vox desde Argentina que le gustaría ver un día colgado a Pedro Sánchez sin que pasase nada, en la calle Ferraz de Madrid pasearon a un monigote gigante que representaba al presidente del Gobierno. Le insultaron, lo golpearon como si fuese una piñata y acabaron quemándolo. El asunto llegó al juzgado dirigido por Concepción Jerez, activa dentro del sindicato derechista de APM, que estimó que no existía delito de odio, lo cual parece jurídicamente correcto, pero de eso a añadir que era un “acto festivo” va a un trecho largo.  

Habría que ver qué pasaría si hicieran lo mismo con sus señorías, de piel tan sensible. Así como con el impoluto líder de la oposición. A quien se le ocurriera, le caería un buen paquete.

TODOS LOS INGREDIENTES DEL PASTEL ESTÁN PREPARADOS SOLO FALTA LA MANO QUE LOS TERMINE.

MARTINEZ ALMEIDA ES UN CLARO EJEMPLO DE LO DICHO




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