lunes, 22 de abril de 2024

AZNAR PROPONE LA SOLUCIÓN FINAL PARA GAZA

 

AZNAR PROPOEN LA SOLUCIÓN FINAL PARA GAZA SUENA A LA PROPUESTA DE 1942 QUE HICIERON LOS NAZIS PARA CON LOS JUDIOS.

Aznar y la banalidad del mal

La solución final. Arribaron a ella en una reunión (no “conferencia”, como suele traducirse) de altos jerarcas nazis en Wansee, en 1942. 

El mal no es perverso, es banal. Lo llevan a cabo, con la conciencia magníficamente tranquila, personas como usted o como yo, que aman a sus familias, respetan a sus vecinos y cumplen con las normas básicas de comportamiento social. 

Me he acordado de esta famosísima tesis de Arendt sobre el mal al escuchar, hace unos días, a Aznar sostener que no entiende por qué a Israel “se le pide comedimiento” en lo que está haciendo en Gaza. A su juicio, “Israel tiene que terminar esta operación, y la tiene que terminar bien para los intereses de todo el mundo occidental”, y por tanto lo que hay que hacer es permitirle acabar cuanto antes. Que le llame “operación” y no “masacre” es muy indicativo, pues el lenguaje es el reflejo de la degradación interior. 

 Sí que creo que Aznar ha perdido, en el contexto israelí, la capacidad de distinguir el bien del mal. 

Eichmann sabía que sus acciones suponían matar a millones de personas indefensas, pero lo consideraba correcto. Aznar sabe que Israel ha matado a más de 30.000 civiles inocentes, 15.000 de ellos niños, pero lo considera necesario. Ambos, por decirlo con Arendt, “no se dan cuenta” del significado de sus actos o de sus palabras. Hay en ellos una “carencia de imaginación”, una “irreflexión” propiamente moral que les impide ver lo que todos los demás vemos. Los demás vemos el mal. No hace falta que nadie nos lo explique, es inmediato. Ellos no pueden.

 Aznar habla continuamente de “Occidente”. Tal Reich y tal Occidente son, en sus manos, capaces de matar niños inocentes, en un caso porque nacieron judíos, en el otro porque nacieron palestinos. ¿No sería más lógico anteponer su calidad de niños a cualquier otra cosa? La banalidad del mal consiste seguramente en la pasmosa tranquilidad con la que algunos parecen vivir sin enfrentarse jamás a esa pregunta.

Aznar ha banalizado el mal desde que puso los pies en la mesa de J. W. Busch y hablaba tejano.


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