Veo ese vestido blanco, el mismo que vistieron su madre y su abuela, y me pregunto qué significa. Durante siglos, en ese ámbito, significó que la novia llegaba al altar habiendo cumplido su promesa de pureza – entendida como abstinencia sexual absoluta–, es decir, como virginidad hasta obstétrica. Hoy veo ese vestido blanco, me acuerdo de las relaciones de esta pareja con instituciones religiosas incluido el Opus Dei, y me pregunto qué significa en pleno siglo XXI. Y veo todo lo demás y la pregunta se me hace bucle.
Los novios, José Luis Martínez Almeida y Teresa Urquijo, el alcalde y la royal –aunque sea como prima quinta–, celebraron –dicen– una boda "austera" en la iglesia de los jesuitas, en la calle Serrano, y un convite en finca familiar donde corren caballos, con más de 600 invitados, muchos de la realeza y la aristocracia política.
Y es que "La boda del año" tuvo sus retrasmisiones en directo en la tele pública de los madrileños. Retransmitieron las llegadas y las salidas. Nieves Herrero nos contó los detalles con su voz de sonrisa infinita.
El pueblo de Madrid no falló. Abarrotó su acera y la de enfrente, en el perímetro justo calculado para que en las fotos pareciese que había mucha gente sin que hubiera que cortar el tráfico. El reparto de género y edad del respetable fue el habitual en estos casos: el 80% eran mujeres de más de cincuenta años.
QUE NO FALTE LA PRUEBA DE LA SABANA MANCHADA DE SANGRE MOSTRADA AL POPULACHO, QUE ESO LE GUSTA MUCHO, COMO DIRÍA EL MARQUÉS DE LEGUIÑECHE. LO RETRANSMITIRA TELEMADRID Y LO COMENTARA LA INEFABLE NIEVES HERRERO
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