EL CHILE DE PINOCHET A VUELTO A CHILE |
Son más de veinte muertos, hasta ahora, y trescientos heridos a bala y más de tres mil detenidos. Y ni hablemos de torturas ni otras violaciones a los derechos humanos, entre ellas las casi diez denuncias que ya van por abusos sexuales. Las consecuencias de la represión brutal a las protestas de los ciudadanos chilenos.
No hace ni un mes que estuve en Chile, me llamó la atención que todo el mundo hablaba de la "dictadura" con naturalidad. No lo ocultaban como hacen algunos, todavía en España, lo asumían como algo pasado. Por eso me duele más la brutal represión por parte del ejercito y los carabineros a las protestas del pueblo por algo que es una evidencia: "Las multinacionales Norteamericanas, los laboratorios de medicinas y los gestores de planes de pensiones están arruinando a las clases populares".
Con la dictadura de Pinochet se puso en marcha un experimento de los "Chicagoboys". Se privatizó el sistema de pensiones a un sistema piramidal. Los fachas españoles que aplaudieron el criminal golpe del asesino Pinochet, también aplaudieron sus nuevos planes económicos. Todo lo que fuera ir contra la política de Salvador Allende era aplaudido por los fachas españoles.
Otra vez Chile es aplastado por las botas de la represión de los militares y los carabineros. Su presidente Sebastián Piñera y su ministro del Interior, Andrés Chadwick, son responsables, en estas seis noches de toque de queda, de hechos abiertamente inconstitucionales y violaciones flagrantes a los derechos más básicos de los seres humanos. Es un títere estúpido que le apoyan los muy ricos de Chile, que son muchos lo que se han enriquecido a costa de los trabajadores. Otra vez Chile.
Se han visto imágenes de tortura que nunca imaginé que se volvería a ver después de la dictadura de Pinochet, disparos de armas de guerra contra civiles desarmados, simulacros de fusilamientos por ley de fuga, allanamientos con fuerza en domicilios particulares, detenciones de personas en sus residencias, periodistas perseguidos, oscuros agentes disparando fusiles de guerra en calles peatonales a plena luz del día: imágenes propias de un estado de sitio.
En Chile nadie vale lo que vale si no tiene redes en el poder o en el mercado de las influencias. La normalidad de que los trabajadores deban viajar tres o cuatro horas a sus trabajos por sueldos de miseria, la normalidad de que los jubilados pierdan sus casas porque sus jubilaciones no les alcanzan ni para comer, la normalidad de que haya universidades de cartón piedra y los enfermos de cáncer que sobreviven se arrepientan de haberlo hecho porque pasarán el resto de sus días con la vida hipotecada por los bancos. Esa normalidad, que hacía de Chile una taza de leche para el regocijo de los inversionistas, ha llegado a su fin. Reventó, ya lo sabe todo el mundo. ¿Cual es el futuro? Dejando a un lado la posibilidad de la guillotina...
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