IDA AYUSO INSISTE EN EL MAL TRATO A LOS RESIDENTES DE SUS RESIDENCIAS.
El infierno en “la residencia de los horrores” de Ayuso: “Tengo que sacar a mi madre de ahí”
Varias muertes en situaciones sospechosas, adjudicación a la empresa de un condenado por Gürtel e intervención policial: radiografía del centro Peñuelas cuatro años después del Covid
“Si mañana volviera a haber una pandemia, estaríamos peor que en 2020 (…) Los 7.291 mayores se iban a duplicar”. Este es el resumen que hace la oposición de la gestión de la Comunidad de Madrid, liderada por Isabel Díaz Ayuso, de las residencias de mayores más de cuatro años después de que la región notificara el primer caso de Covid.
Por aquel entonces, dejando a un lado los conocidos como protocolos de la vergüenza, las comisiones por la compra de mascarillas y otras polémicas que todavía a día de hoy persiguen a la presidenta madrileña, nadie duda de que ninguna administración, independientemente de su color político, no disponía de una mínima hoja de ruta para afrontar una situación sin precedentes.
Ahora, el escenario sería bien distinto, pero la gestión, al menos en Madrid, sería la misma. “El problema es el de siempre, la falta de previsión, sobre todo en las 18 residencias de gestión indirecta (…) Ayuso sigue pensando que se iban a morir igual”, acusa Lorena Morales, portavoz de Políticas Sociales del PSOE madrileño.
Y como epicentro de un cuanto menos controvertido modus operandi que arrastra infinidad de críticas y varias sanciones -menos de las que familiares y partidos de la izquierda exigen- se erige el centro de mayores Peñuelas, también calificado por sus detractores como la “residencia de los horrores”.
Mayores absolutamente desatendidos debido a la falta de personal -y que piden el traslado-, comida “imposible” de ingerir procedente de empresas reincidentes y situaciones críticas ante las que la policía, por la ausencia de profesionales, se ve obligada a asaltar el centro para intervenir. Este es el escenario al que, en líneas generales, se enfrentan los mayores aquí internos y que les mantiene en vilo a ellos y sus familiares. “El abandono es total”, lamenta Morales, una de esas voces incansables desde el apartado político en busca de la reparación y la verdad.
Más allá de los casos concretos que ponen de manifiesto la problemática, Morales incide en que la región sigue contando con la misma empresa para la gestión a pesar de sus actuaciones “nefasta”. Se trata de Aralia Servicios Sanitarios, quien ha recibido infinidad de sanciones -ninguna en los últimos meses, aunque la situación siga sin mejorar-. El propio director de la compañía dijo este verano que la firma no se iba a volver a presentar para prestar servicio en esta empresa. “En cuanto resulte un nuevo adjudicatario”, sentenció. El problema es que ese nuevo adjudicatario nunca llegó.
Aralia está crecida porque tiene a la Comunidad de Madrid en sus manos
“¿Qué tipo de pliegos saca la región para que la primera vez no se presente ninguna compañía y a la siguiente tuvieran casi que rogar a Aralia pese a todo porque si no el servicio se quedaba vacío?”, pregunta.
Un condenado por corrupción
Por si los hechos fueran insuficientes, Aralia se encuentra vinculada a José Luis Ulibarri, empresario de la construcción y la comunicación implicado en la trama Gürtel en su rama madrileña.
Concretamente, Ulibarri fue condenado en abril de 2022 a un año y medio de prisión y cinco más de inhabilitación por prevaricación, fraude a la administración, falsedad documental y un delito fiscal.
En el juicio, reconoció haber participado en el caso en el municipio de Boadilla del Monte. En detalle, maniobró para que una de sus firmas resultara adjudicataria en la venta de una parcela por un precio menor al procedente en 2005, con comisiones que terminaron en poder de Francisco Correa, entre otros.
Mayores “olvidados”: de noches solos en el comedor a fallecer porque nadie los lleva al aseo
Sea como fuere, el problema sigue sin ser -no solo al menos- únicamente ese, y es que las voces críticas acusan todos los aspectos. “La sopa es literalmente agua. Los mayores que se valen por sí mismos compran la comida fuera”, dicen respecto de los alimentos. “Una mujer murió de una infección porque pidió ir al baño y nadie la llevó”, dicta otra. Con todos estos antecedentes, que son el día a día de la residencia, la consigna es clara. “Tengo que sacar a mi madre de ahí”, señala una persona evidenciando su desesperación.
La representante socialista, por su parte, está en continuo contacto con varios de los afectados, bien vía telefónica, bien presencialmente; y es que los mayores, a pesar de la edad, también quieren dar la batalla.
Es un sindiós
Una cara muy mediática fue las de Tomás Plaza, una persona mayor que llegó a llorar en la Asamblea de Madrid ante lo que estaba pasando en Peñuelas y que pidió el traslado junto a su mujer al temer un fatal desenlace si esta segunda continuaba entre aquellas paredes.
A él se sumaba María González, de 93 años, quien llegó a ser portada de El País en marzo de 2023. En su caso, denunció que una noche se “olvidaron” de ella en el comedor. “Menos mal que tenía la cabeza bien, siempre se quedaba el móvil consigo, y pudo llamar a la recepción, pero hay personas que pasaban la noche allí solas”, recuerda Morales.
“Y este verano María no ha muerto porque pudo llamar a su hijo, pero nadie le hacía caso mientras se ahogaba (…)”, completa para cerrar el relato sentenciando que “la ambulancia se personó allí y nadie le recibía”: “Y no era la primera vez que la policía tuvo que saltar la valla porque no había personal para abrir la puerta”.
A María le acompañó en aquella ocasión la suerte, se podría decir, pero son varias las personas que han fallecido en el centro. En abril de 2023, una mujer murió ahorcada, y en junio otra interna fue ingresada durante una ola de calor. Ella, Encarnación Plaza, permaneció en el hospital hasta varios días después, cuando murió. Asimismo, otro usuario perdió la vida al volcar con su silla de ruedas mientras intentaba entrar en el ascensor.
Con la infinidad de episodios trágicos, la pregunta -una de ellas- que todo el mundo se hace es la misma: “¿Qué más tiene que pasar para que la Comunidad actúe?”.
IDA AYUSO ES CON LOS ANCIANOS DE SUS RESIDENCIAS COMO NETANYAHU CON LOS PALESTINOS
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