miércoles, 11 de diciembre de 2024

EL ARZOBISPO DE VALENCIA SE APROPIA DE LOS MUERTOS DE LA DANA


 MISA FUNERAL POR LOS MUERTOS EN LA DANA. LA IGLESIA SE APROPIA DE TODOS LOS MUERTO. AUTORIDADES RESPONSABLES SE PONEN EN PRIMERA FILA. TODO PARA LAVAR SU IMAGEN.

No era un acto oficial, ni un funeral de Estado como algunos hicieron creer, sino una decisión unilateral del Arzobispado para honrar la memoria de los afectados por la DANA a la que, por cierto, no fueron invitadas todas las víctimas, como denunciaron ellas mismas. “Los que quieran participar y no hayan recibido invitación que se dirijan a su párroco o sacerdote más cercano para solicitar la acreditación”, replicaron las autoridades eclesiásticas, que se cercioraron, eso sí, de la presencia de los reyes y de algunos políticos. 

Así que en vez de explicar que España es un estado aconfesional, que ninguna religión tiene carácter estatal y que los poderes públicos están obligados a tener en cuenta las creencias religiosas de toda la sociedad, el Gobierno ha sucumbido una vez más al marco de la derecha y ha enviado a la misa a María Jesús Montero, a Ángel Víctor Torres y a Diana Morant como representación gubernamental creyendo que así se libraría de la andanada. 

Ni por esas. Nada es suficiente. Ahora la tacha es que Pedro Sánchez no acudió a una cita que nada tiene que ver con el Estado. Solo cuando la estulticia muta a ignorancia se puede desdeñar que España es un país aconfesional por obra y gracia de esa Constitución que algunos tanto abrazan. Ya es hora de que este país se libre de los tics del nacionalcatolicismo que durante el franquismo lograron la unión estrecha entre política y religión e instalaron que el destino del país se identificaba con el catolicismo. Estamos en el siglo XXI, vivimos en democracia y la Carta Magna dice lo que dice, por más que el popular Elías Bendodo diserte a modo de pontífice para decir que ha sido “el clamor popular” lo que ha hecho rectificar al Gobierno para asistir finalmente a la polémica misa o que Pedro Sánchez no se ha atrevido a ir porque “le da pavor salir a la calle”, ya que tiene “el rechazo amplío de la ciudadanía”.

Sánchez está obligado a asistir cuando se trate de un acto de de Estado, y no porque se le antoje a Bendodo o al Arzobispo de Valencia. El Gobierno debería no caer en la trampa de sus adversarios con una sobrerrepresentación en Valencia por aquello del qué dirán. Y los grupos parlamentarios ya están tardando en retomar el debate tantas veces aplazado sobre la laicidad y la reforma de la Ley de Libertad Religiosa de 1980. Sin miedos y sin cortapisas. ¿Alguien ha preguntado acaso qué religión practicaban las víctimas de la DANA? Pues eso. Ni sermones, ni sotanas. Ni gilipolleces de Bendodo.

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