BAYROU CON MACRÓN DOS QUEMADOS Y CON HOLOR A PASADOS DE COCCIÓN
Macron ignora de nuevo el resultado de las urnas
François Bayrou, un macronista desde el primer momento, no encarna, ni de lejos, el cambio político que pidieron los franceses en las legislativas del pasado junio
El nombramiento como primer ministro del centrista François Bayrou, un macronista de primera hora, tras el estrepitoso fracaso del efímero Gobierno del conservador Michel Barnier, demuestra una vez más el empeño del presidente Macron, por si faltaran pruebas, en no reconocer el resultado expresado en las urnas el pasado 7 de julio. Por mucho que la coalición de izquierdas, el Nuevo Frente Popular (NFP), no consiguiera entonces la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, el hecho de haber obtenido más apoyos la convertía de facto, y de acuerdo con la tradición institucional francesa, en la fuerza política con más legitimidad para intentar formar Gobierno. Pero Júpiter no lo consideró así entonces ni lo hace hoy, encerrado en una forma de negación y de rechazo de la alternancia que a estas alturas resulta casi patológica y preocupante desde el punto de vista democrático. El presidente francés, causante de la desestabilización sin precedentes que viven las instituciones de la V República, parece incapaz de asumir el rechazo expresado de forma nítida por los franceses a sus políticas en las últimas legislativas, en las que perdió casi un centenar de diputados.
El nuevo primer ministro y jefe del MoDem (el partido centrista que nació en 2007 de las cenizas de la Unión para la Democracia Francesa del presidente Valéry Giscard D’Estaing) es un hombre de compromisos que comparte con la izquierda una serie de luchas, como su oposición a la ley de inmigración o su visión más social de la política. Aun así, el exministro de Justicia de Macron ―uno de los primeros en sumarse a la aventura macronista tras perder dos veces en unas presidenciales como candidato― no encarna, ni de lejos, el cambio político que pidieron los franceses en las urnas. Nombrado para prolongar las principales reformas del presidente e intentar mantener vivo a un macronismo moribundo de cara a las elecciones de 2027, el político de 73 años tendrá que enfrentarse a un difícil, por no decir inextricable, juego de equilibrios si no quiere conocer el mismo destino que Barnier, cuyo Gobierno, el más corto de la V República, duró apenas tres meses, secuestrado por la extrema derecha.
Macrón no está leyendo el resultado de las urnas. Ya veremos
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