FELIPE GONZALEZ CON LOS GAL A SU ESPALDA. NO LO HEMOS OLVIDADO
Un tal señor X
Objetiva y políticamente, por acción u omisión consciente, González es el señor X”. El 10 de enero de 1995, Julio Anguita, coordinador de IU, situaba sin tapujos al presidente del Gobierno en la cúspide del organigrama del juez Baltasar Garzón sobre los GAL, el grupo parapolicial que estuvo activo entre 1983 y 1987, y cuyos crímenes se juzgaban en esos momentos en España. “Aquí tenemos a un presidente del Gobierno implicado en un caso de terrorismo de Estado“ subrayaría Anguita. Nunca se habían hecho acusaciones tan gran graves a un jefe de Gobierno.
España no fue el único país europeo en el que es Estado recurrió en los años 80 a prácticas terroristas. El gobierno de Margaret Thatcher lo hizo contra el IRA y no tuvo reparo en admitirlo. En 1985 los servicios secretos de Miterrand hundieron en el Pacífico un barco de Greenpeace que habían ido a denunciar ensayos nucleares franceses en el atolón de Muroroa. Un militante ecologista perdería la vida en el atentado. Italia tiene también una zona oscura en cuanto a la complicidad o vinculación de sectores del Estado con el llamado “terrorismo negro” practicado por la ultraderecha entre los años 70 y 80. Sin embargo, en ningún caso el recurso a la guerra sucia directamente organizada por el Estado llegaría a los niveles de España.
Aquí había tradición, y el nuevo poder socialista cabalgó sobre ella. El terrorismo de Estado durante los gobiernos de Felipe González presenta una inquietante continuidad con prácticas del tardofranquismo que chocan con el imaginario de “modernización” y “consolidación democrática” que una parte del periodismo y la historiografía afines al PSOE han venido construyendo sobre este periodo. Lejos de romper con las prácticas parapoliciales del final del franquismo y la Transición, el PSOE las radicalizó, respondiendo a la ofensiva de ETA de más de dos asesinatos al mes con otra ofensiva contraterrorista que incluyó secuestros, coches bomba, tiros en la nuca, apaleamientos, torturas y cadáveres enterrados en cal viva.
¿Puede usted dormir sin pensar en las torturas a Lasa y Zabala.?
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