FEIJÓO: EL GRITO FACHA ES LO QUE TE QUEDA POR HACER
Feijóo, ante su primer gran fracaso
El líder del PP llegó a Madrid con la vitola de político imbatible, aunque en realidad de lo que fue capaz es de acumular victorias y esconder sus pocas derrotas. La investidura de Pedro Sánchez termina con el mito de hacedor de mayorías absolutas.
Feijóo nunca reconoció una derrota. Su relato es el del éxito, hasta cuando pierde.
Incluso su llegada al poder del PP gallego en 2006, aupado por Manuel Fraga, fue una victoria discutible. Con el apoyo de todo el aparato del partido en Galicia y en Madrid consiguió hacerse con el mando del partido por aclamación, después de que las presiones acabasen por despejar a cuentagotas a los candidatos que osaron planear plantarle cara en los momentos iniciales de aquel proceso. Como en 2022, en 2006 el suyo no fue un nombramiento a dedo pero casi.
Lo que resulta indiscutible es la capacidad de ganar que Feijóo demostró cada vez que se enfrentó a una campaña electoral de ámbito autonómico. Su palmarés recoge cuatro mayorías absolutas consecutivas, lo que le sitúa en el selecto club del que forman parte nombres como Jordi Pujol, José Bono, Juan Carlos Rodríguez Ibarra o el propio Fraga.
Con esos registros llegó a Madrid. Aclamado por sus pares. Barón de barones. Envuelto en un halo de supuesta moderación y garantía de victoria en las urnas para rescatar a un PP enfangado en las disputas internas entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso.
La moderación le duró poco, y tuvo que tirar de banquillo para reclutar a quienes pusieran su rostro y su hemeroteca al servicio de vender la centralidad de un proyecto que hoy depende de Vox para gobernar en decenas de comunidades y ayuntamientos.
Los éxitos electorales le duraron algo más. Pero los de los demás. Juan Manuel Moreno e Isabel Díaz Ayuso se han erigido en portadores de los estandartes victoriosos. El PP ha logrado recuperar el poder territorial que tenía antes de las debacles consecutivas de 2015 y 2019, gracias a la extrema derecha y a esos “pactos de perdedores” que tanto ha criticado el propio Feijóo. El 28M era así la lanzadera perfecta para Feijóo. Un día después, Pedro Sánchez convocó elecciones generales y la derecha comenzó a repartirse el botín que ya tocaban con la punta de los dedos.
Pero no ocurrió. O no como debió ocurrir. El PP ganó el 23 de julio. Justito e insuficiente. La democracia parlamentaria obliga a armar una mayoría suficiente para ser investido, aunque sea por la mínima y en segunda vuelta. Y Feijóo no lo logró. El líder del PP, convencido de que su biografía podría sobreponerse a la aritmética, exigió ser designado por el jefe del Estado para una votación que siempre confió en sacar adelante. A diferencia de lo que hizo Mariano Rajoy, uno de sus declarados referentes políticos, quien en 2016 prefirió dejar pasar el primer tren y que otros se pegaran por los asientos, para viajar mucho más cómodo en el siguiente.
El líder del PP lo intentó todo tras recibir el encargo del rey. Convencer al PNV, partido con el que se ha agriado la relación hasta el punto de que se ha filtrado que Feijóo le dijo a Andoni Ortuzar: “Vamos a por vosotros”. La realidad es que la derecha española ha puesto la proa hacia la derecha vasca (y catalana) con los ojos puestos en las inminentes elecciones autonómicas.
YA LO DECÍA NAPOLEÓN "NUNCA INTERRUMPAS A TU ENEMIGO CUANDO ESTE COMETIENDO UN ERROR". TÚ SIGUE FEIJÓO, ASÍ HASTA LA DERROTA TOTAL.
FEIJÓO LA BOLSA SUBE Y LA PRIMA DE RIESGO BAJA. LO TIENES CLARO.
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