LA RISA DE CASADO SE LE VA VOLVER EN LAGRIMAS |
LA CORRUPCIÓN EN EL PP ES COMO LA MIERDA QUE SE PEGA AL ZAPATO Y NO HAY FORMA DE QUITÁRSELA Y LA PESTE NOS ACOMPAÑA UNA BUENA TEMPORADA
Documentos hasta ahora secretos desvelan que Villarejo negoció con el PP una "estrategia jurídica" para dinamitar el 'caso Gürtel'
El juez García-Castellón apunta a “órganos superiores” del Estado como responsables del espionaje a Bárcenas
Desde la frase de "yo estoy en política para forrarme", dicha por uno del PP, no quedó sombra de duda de quienes eran y que pretendían los mandamases del PP: forrarse y manejar el poder para ser intocables en sus manejos; era seguir con los modos y maneras del franquismo, robar a manos llenas y ser intocables; para eso había que tener de tu lado a la policía y a los jueces; ahora, una vez más se evidencia lo dicho 'robar y robar y manejar a la policía y a la justicia. Por eso casado se niega renovar el CGDPJ , los jueces del Supremo y el Tribunal Constitucional que fueron nombrados por Mariano Rajoy.
Las conclusiones de la Fiscalía Anticorrupción no pueden ser más demoledoras para el partido que lidera Pablo Casado. Señalan directamente al que fue ministro del Interior con Mariano Rajoy, Jorge Fernández Díaz, y a la que fue la Secretaria General del partido, María Dolores de Cospedal, como piezas fundamentales en el espionaje a Bárcenas. Es más, algunos investigados llegan a asegurar que Mariano Rajoy estaba al tanto de lo hechos. Y es que la información que estaba en poder del ex tesorero podía comprometer al partido, y en el caso de Cospedal, la podía comprometer a ella personalmente.
Fernández Díaz y Cospedal, dos piezas fundamentales para Mariano Rajoy en el Gobierno y al frente del partido respectivamente, señaladas por su implicación en este caso. No son dos personas que pasaban por allí. Estaban allí, donde también estaba Pablo Casado y otros destacados miembros de la cúpula del Partido Popular. No es otra época ni son unos desconocidos, son la antigua cúpula de un partido que fue condenado por corrupción y de la que también formaba parte el actual presidente del partido y líder de la oposición, Pablo Casado.
Si el caso Gürtel evidenció la financiación irregular del partido, con condena incluida, que le costó la Moncloa a Mariano Rajoy, el caso Kitchen, y los indicios que apunta la Fiscalía, dejan en evidencia la posible utilización por parte del gobierno del PP de los aparatos y organismos del Estado, de lo que alguna pista ya teníamos. ¿Recuerdan aquello de esto la afina la Fiscalía?
Si la imputación de Fernandez Díaz y Cospedal acaba por hacerse efectiva, Pablo Casado tiene un buen papelón por delante. Sus esfuerzos para alejarse de esa época del PP habrán sido infructuosos, pero es que no es fácil hacer ver que no se estaba donde se estaba. Como ven, el dinosaurio sigue allí.
Recordarán que el ex ministro fue grabado en 2014 en conversación animada con el director de la Oficina Antifraude de Catalunya, Daniel Alfonso, y que de aquellas conversaciones se deducía que ambos buscaron pruebas falsas con las que incriminar a dirigentes de ERC y CDC con la inestimable colaboración de sus periodistas de cabecera y el manejo de la Fiscalía.
Ahora resulta que el muy beatífico ex ministro, de profundas convicciones religiosas pero de escasos principios democráticos, además de fabricar informes falsos sobre independentistas y bolivarianos –también trató de tumbar a Podemos en pleno auge de los morados con el célebre informe PISA– quería endosar el marrón a su número dos en Interior, Fernando Martínez, que al darse cuenta de la jugada depositó ante notario cuatro mensajes de Fernández Díaz que demostrarían su control sobre una operación de espionaje a Luis Bárcenas. El juez García Castellón atribuye la operación a "órganos superiores" del Estado que pretendían recuperar "material comprometedor" para dirigentes del PP.
¿Cómo deberíamos adjetivar la Operación Kitchen del Gobierno del Partido Popular? Si el escándalo Watergate echó al todopoderoso Nixon de la Casa Blanca, ¿hubiese sido razonable que Rajoy, María Dolores de Cospedal y los herederos de Fernández Díaz siguieran controlando los mandos del país en su beneficio propio?
En junio de 2018, Pedro Sánchez se hizo con la Presidencia del Gobierno tras conocerse la primera sentencia del caso Gürtel, que condenaba al Partido Popular por una corrupción sistémica que había convertido a la formación en una pseudo organización criminal dedicada al lucro ilícito. Los motivos, a diferencia de lo que realiza Vox, no había que buscarlos: estaban ahí. En aquel entonces, ya se sospechaba de que en el Ministerio del Interior había una “brigada patriótica” de agentes y altos mandos policiales que operaban al margen de la ley y en beneficio del PP. En su currículo estaban las grabaciones clandestinas al expresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González; la invención de cuentas falsas en Suiza de rivales políticos; los pinchazos telefónicos al Pequeño Nicolás; las evasiones de dinero de los Pujol; los intentos de registros en la sede de Convergència antes de las elecciones; o la elaboración del falso Informe PISA (Pablo Iglesias S.A.) para intentar aniquilar a Podemos.
Si a semejante lista de méritos de la brigada patriótica que montó el Partido Popular en Interior, le sumamos ahora las artimañas delictivas para robar pruebas de su corrupción que se realizaron en la Operación Kitchen, el derrocamiento de Mariano Rajoy a manos de Pedro Sánchez toma una dimensión nueva. Por mucho que la derecha no se haya recuperado de la derrota parlamentaria y electoral y hable de Gobierno ilegítimo, tras la sentencia de Gürtel la moción de censura era necesaria. Ahora, en diferido, parafraseando Cospedal, con la Operación Kitchen sabemos que era éticamente obligatoria.
Es el PP de donde viene Pablo Casado y con el apoyo de Cospedal. La famosa X de los GAL ahora cambia de partido y es la X de la trama Kitchen la que encima de los personajes del PP Fermandez Díaz y Cospedal debe aparecer Mariano Rajoy. Todo lo dicho para adjudicar la X de los GAL a Felipe Gonzalez es aplicable a Mariano Rajoy.
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