martes, 3 de julio de 2018

MASTERCHEF, UN BODRIO INSUFRIBLE

SAMANTA VALLEJO-NAJERA, MUY DESAGRADABLE


El reality de MasterChef empezó siendo un petardo y ya es un bodrio insufrible.

Tiene todos los componentes necesarios para hacerse inaguantable: Samantha Vallejo-Najera, una mujer desagradable con aires de cruel dictadorzuela de pacotilla, mal encarada y desagradable con los concursantes, vamos una joya de persona y, además nadie conocido ha probado un solo plato elaborado con sus manitas..Esto  han puesto en un tweetst: Las formas que tiene Samantha de decir las cosas son totalmente lamentables. Deja a los aspirantes como si fueran tontos y no supieran hacer nada... Y, repito, nunca la he visto cocinar nada de nada.

Nunca se han degradado tanto los "fogones" como con el maldito programa de MasterChef. Han convertido algo serio en una payasada dirigida por majaderos. Pepe es un mal encarado y va de superior. Jordi se ha tirado a ganar dinero con la publicidad. Nunca pisaré sus casas.

Un cocinero serio dijo: eso de llevar a los abuelitos a que vean a sus nietos cocinar, no es serio. El espectáculo ha podido con todo. Ahora se venden las peleas de los cocineros como si estuvieran en el plató de Salvame. Donde todo su "merito" es contar las podredumbres humanas. En eso se han quedado.

Payasos, con perdón de los payasos, de MasterChef, con las cosa de comer no se juega.

2 comentarios:

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  2. Lo primero, Master Chef: ¿programa o concurso? Como concurso es un concepto fallido tan evidente como obvio, pues el telespectador NO PUEDE DEGUSTAR los platos que cocinan los concursantes (ni aunque pasemos la lengua por la pantalla), con lo que la premisa básica de “concurso” se derrumba de inicio. Pero claro, ante esa realidad ineludible, los guionistas, en una permanente huida hacia delante por hacer un “programa” se esfuerzan en mantener la atención de los televidentes con todo tipo de pirotecnia sensacionalista; y en su desesperada y errónea creencia de que todo suma más al entretenimiento someten a concursantes y presentadores a un creciente despliegue de histriónicas actuaciones y situaciones tan ridículas como artificiosas, de modo que lo accesorio acaba siendo mucho más llamativo que lo fundamental (cocinar), y todo para tapar su fallo de raíz. Resultado: un bodrio patético e infumable, sumamente desagradable y aburrido además. Y lo peor son los (aún) altos índices de audiencia que tiene, lo que dice mucho de la preocupante salud intelectual de los(as) televidentes de nuestro país.

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