CUCA GAMARRA (CAMORRA) ES PURO FRANQUISMO. QUE SE LO PREGUNTEN A CASADO QUE LO ASESINÓ (POLITICAMENTE) ¿TÚ TAMBIEN CUCA? LE DIJO CASADO ENTRE ESTERTORES
Cuca Gamarra y el “fascismo eterno” de Umberto Eco
Puesto que a la señora Gamarra le gusta comparar lo que ocurre en España con otros países iberoamericanos, resulta oportuno hacerle la siguiente pregunta: ¿Hay alguien que pueda equiparar las conductas de los ciudadanos de Catalunya acudiendo a unas escuelas a depositar una papeleta en una urna con la violencia de los energúmenos de este domingo?
- Yo, como Iñaki Gabilondo, "he vivido casi la mitad de mi vida bajo el Régimen del General Franco y reconozco al franquismo en cuanto lo veo”. Cuca Gamarra (Camorra) es franquismo de la mas pura esencia.
Las palabras de Cuca Gamarra, salidas directamente de Génova 13 y utilizando el canal oficial del PP para transmitirlas, no son solamente indecentes, como las ha calificado Joan Baldoví, sino que son una forma de manifestación del “fascismo originario” o “fascismo eterno” tal como lo caracterizó Umberto Eco.
Pero, puesto que a la señora Gamarra le gusta comparar lo que ocurre en España con lo que ocurre en otros países iberoamericanos, como Brasil ahora y Venezuela antes, me parece que resulta oportuno hacerle la siguiente pregunta: ¿Qué tienen que ver las imágenes de Brasil que ha visto todo el mundo este pasado domingo con las imágenes del 1 de octubre de 2017 en Barcelona? ¿Hay alguien que pueda equiparar las conductas de los ciudadanos de Catalunya acudiendo a unas escuelas a depositar una papeleta en una urna con la violencia de los energúmenos brasileños de este pasado domingo? ¿Todas pueden ser calificadas como constitutivas del delito de rebelión? ¿Lo ocurrido en Catalunya el 1 de octubre de 2017 tiene la misma naturaleza que lo ocurrido en Washington el 6 de enero de 2021 o en Brasilia este pasado domingo?
Porque los miembros del Govern y de la Mesa del Parlament y los presidentes de Omnium y la ANC fueron procesados por el delito de rebelión, aunque al final fueran condenados por el delito de sedición. Pero la calificación como delito de rebelión fue la que dominó todo el proceso. La que permitió que permanecieran durante el desarrollo del mismo en prisión. La que permitió que se les aplicara el artículo 384 bis de la Ley de Enjuiciamiento Criminal para dejar en suspenso su condición de parlamentarios ganada en las urnas. La que permitió al Tribunal Supremo torpedear la sesión de investidura en Catalunya en más de una ocasión. Y en varias más.
La monstruosidad de esa calificación penal y el desarrollo de todo el proceso con base en dicha calificación es lo que la comparación de las imágenes de Barcelona del 1 de octubre de 2017 con las imágenes del asalto al Capitolio en Washington, para impedir la certificación de un resultado electoral, o con las imágenes de Brasilia, para incitar al ejército a intervenir, pone de manifiesto.
Esto es lo que resulta escandaloso y no la desaparición del delito de sedición de nuestro ordenamiento, de donde debía haber desparecido hace muchos años. Porque el delito de sedición es un delito predemocrático, que carece de sentido en el siglo en que vivimos. No ha habido ni una sola condena por sedición en las democracias europeas después de la Segunda Guerra Mundial.
“España apesta a franquismo”, dijo Rafael Chirbes en su última entrevista en El Periódico pocos meses antes de morir. Esa peste a franquismo es la que reflejan las palabras de Cuca Gamarra sobre lo ocurrido en Brasil el pasado domingo. Que fue, además, la primera reacción oficial del PP, no desautorizada posteriormente por el presidente del partido, Alberto Núñez Feijóo.
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