domingo, 22 de octubre de 2023

NETANYAHU ES UN GENOCIDA COMO LO FUERON LOS NAZIS CON LOS JUDIOS


 NETANYAHU ES UN GENOCIDA COMO LO FUERON LOS NAZIS CON LOS JUDIOS.

Netanyahu está inmerso en procedimientos penales en su país por golfo. No tiene más apoyos de gobierno que los parafascista y extremistas.  Es el responsable, por omisión o por intención, de la fatidica operación de Hamás. Se hace raro, raro, raro, que un país tan celoso de su seguridad no estuviera advertido de las intencuines de Hamas.

Suena como sonó lo de Pearl Harbor a provocación para entrar en la guerra. Netanyahu quiere provocar la guerra total para acabra con Palestina.

Esteban Beltrán (Amnistía Internacional): "El Gobierno israelí considera a los palestinos un pueblo inferior"

19/10/2023 Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional España, posa para 'Público'
Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional España.  Jaime García-Morato / PÚBLICO

Esteban Beltrán (Madrid, 1961), director de Amnistía Internacional de España desde 1997, es una de las personas que mejor conoce la evolución de los derechos humanos en España desde que se restauró la democracia. De hecho, ingresó en esta ONG al día siguiente del fallido golpe de Estado de 1981.

Por su amplio conocimiento sobre los peligros que amenazan los sistemas democráticos y su perspectiva en derechos humanos, es siempre enriquecedor escuchar a este investigador de los conflictos armados, sobre todo en estos momentos en los que el mundo asiste espantado, ante la pasividad de los líderes mundiales, a la masacre en Gaza.

¿Cómo describiría lo que está ocurriendo en Gaza?

Tenemos investigadores sobre el terreno y lo que vemos son crímenes de guerra diarios. Empezamos con lo que hizo Hamás, que es una matanza de casi 1.200 personas en apenas dos días de población civil israelí fundamentalmente; después el secuestro, la toma de rehenes, de unas 200 personas; y después una respuesta de Israel completa de crímenes de guerra, que es un crimen de guerra sobre un crimen de guerra. 

Porque el bloqueo de Gaza dura 16 años, pero se ha acentuado ahora. Estamos viendo también bombardeos indiscriminados de población e infraestructuras civiles, incluyendo hospitales; casi ha habido 50 bombardeos de hospitales, de escuelas, de lugares donde se refugia la gente. Hemos podido documentar también una matanza de setenta personas bombardeadas que supuestamente huían de forma segura mientras iban hacia el sur.

La Franja de Gaza es un territorio asediado por Israel: aislado por una barrera física vigilada por el ejército, con un control férreo y arbitrario sobre sus aguas marítimas, en las que ni se puede practicar la pesca en condiciones, porque se cambian arbitraria y unilateralmente las normas para su explotación; y por las que no puede ni siquiera llegar ayuda, ni mercancías, si no es bajo la siempre caprichosa voluntad de Israel. Una realidad completamente injustificada e ilegal (hay en torno a mil resoluciones de la ONU contrarias a la ocupación por Israel de los territorios que corresponden a Palestina) que, aunque no justifiquen acción terrorista alguna, sí nos dan una idea de que constituye un caldo de cultivo para que haya grupos exaltados con la tentación de actuar a la desesperada.

Y ahora, el gobierno sionista y extremista de Netanyahu quiere proceder a la ocupación de Gaza. Es decir: la invasión del territorio perteneciente a un Estado reconocido por Naciones Unidas, no como miembro, pero incorporado a su Organización como observador: es decir, un Estado con un estatus internacional con más derechos que Taiwan. Un Estado reconocido como tal por 139 países miembros de la ONU (un 75% de países miembros de Naciones Unidas). En tales circunstancias, una invasión del ejército israelí sobre Gaza ha de tener, por derecho, el mismo rechazo internacional que la invasión de Ucrania por Rusia.

Desde esta consideración -que se basa en hechos de realidad- es completamente incomprensible, y radicalmente censurable, no sólo la actuación de un presidente como Netanyahu -procesado en su propio país por corrupción y otros delitos-, sino la actuación de la presidenta de la Comisión Europea, la presidenta del Parlamento Europeo y el presidente de los Estados Unidos, visitando a Netanyahu para apoyar sus ilegítimas pretensiones y su desproporcionada y bárbara reacción: el jefe de un gobierno que está pisoteando de modo flagrante el derecho internacional. Con el agravante, en el caso de Biden, de ofrecer toda su ayuda militar para la invasión de Gaza.

¿Es que Biden, o Úrsula von der Leyden consideran acaso que ese casi millón de niños que conforman casi la mitad de los habitantes de Gaza son terroristas? ¿O que lo es la mayoría del otro millón de gazatíes?

Objetivamente Occidente se equivoca -y de manera muy grave- con esas demostraciones, prácticamente incondicionales, de apoyo. Aunque quienes lo hacen, subjetivamente tal vez estén alimentando un plan aberrante de reforzar el sionismo más exaltado (a cada elección de las últimas producidas en Israel el sionismo radical ha salido más reforzado).

La Unión Europea, si es fiel a los principios que dice defender, tiene la obligación de volver la vista a la resolución 181 de la ONU, de 1947, que reconoció dos Estados (el de Palestina y el de Israel) y una zona neutralizada, de control internacional, en Jerusalén. Es cierto que desde 1947 ha habido muchos acontecimientos y sucesos, y que han variado muchas cosas. Pero hay que apoyar la existencia del Estado de Palestina, y tratar de que territorialmente, lo que se articule sea lo más parecido posible a esa resolución 181 de Naciones Unidas.



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