LA POLICIA PEGA GRATUITAMENTE O POR VENGANZA A LOS PERIODISTAS
Tengo 24 años y ejerzo el periodismo desde hace menos de dos.
Decía que llevo menos de dos años ejerciendo el periodismo, pero ha sido el tiempo suficiente para darme cuenta de que es mucho más fácil que sea la Policía la que agreda a un periodista a que la agresión la cometa un manifestante. Y menos mal que hay pruebas y compañeros que lo atestiguan. Ahí, o nos cubrimos entre nosotros o nadie lo hace, pese a que la Policía Nacional, hasta donde tengo entendido, también debería hacer valer el artículo 20 de la maltrecha Constitución por el que se blinda el derecho a la información de la sociedad. Como ven, la relación periodismo-ciudadanía es tan simbiótica que el primero no existiría sin la segunda y la segunda se empobrecería sin el primero. Entiéndanme, cuando digo periodismo, digo periodismo.
En octubre de 2019, tras hacerse pública la sentencia condenatoria a los presos del Procés, en Madrid se organizó una concentración que terminó en manifestación para mostrar la solidaridad con los políticos encarcelados. Estaba, junto con otros compañeros, pegado a la pared de la céntrica plaza de Callao cuando las cargas comenzaron. Lo de siempre: unos avanzaban con sus escudos, porras y pelotas de goma y los otros hacían el ademán de dispersarse para segundos después reorganizarse y llevar a cabo la siguiente acometida contra los agentes antidisturbios que acababan de cargar contra ellos.
En un momento dado, uno de los agentes nos señaló con su porra y varios de ellos se acercaron a donde estábamos situados para pegarnos. Gritamos que éramos periodistas, pero ni siquiera eso hubiera hecho falta teniendo en cuenta que nos encontrábamos alejados de la zona en la que se producían las actuaciones policiales y los disturbios. Nos pegaron a todos, personas que salían de las tiendas cercanas incluidas. ¿Qué lleva a un agente antidisturbios a pegar a una persona que está grabando lo que ocurre o qué pasaba por allí? Un sadismo incontrolable que le incapacita para ser funcionario de la policía.
Año y medio después un policía ha vuelto a golpearme antes de tirarme al suelo de la Plaza Roja de Vallecas, donde Santiago Abascal había provocado las primeras cargas policiales en el histórico barrio obrero de la capital. Lo hizo mientras intentaba identificarme como periodista, algo que él mismo me había requerido. Las cámaras que filmaron la escena lograron que ese agente terminara cogiéndome del brazo para que me levantara. Él intentaba salvar la imagen del Cuerpo mientras era mi cuerpo el que se llevaba a casa un doloroso hematoma con forma de porra. Solo fue una de tantas, pues durante esa tarde hubo cinco agresiones a comunicadores por parte de la Policía Nacional.
Estos comportamientos de la policía los convierten en delincuentes con responsabilidad penal. ¿Cuándo se va responsabilizar a estos energúmenos de sus delitos? Cuando la actuación de un policía descerebrado y sádico se va a ver en un tribunal acompañado de sus mandos responsables.
Esto ocurría con Fernandez Díaz y ocurre con Marlaska. Valientes majaderos ambos.
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