Un capítulo muy importante de un viaje es el alojamiento. Una mala habitación, ruidosa, calurosa en verano o de dimensiones mínimas nos puede arruinar parte del viaje. Decía el director de una importante cadena hotelera "que una buena habitación de un buen hotel, se podía arruinar con un mal servicio en la recepción". Recientemente me ha pasado una cosa parecida . En un pueblo precioso de la provincia de Soria, La Iglesuela del Cid, hay un hotel en un antiguo palacio, La Hospedería de la Iglesuela. El edificio es una joya, precioso en arquitectura. Ahora viene la ruina, son las siete de la tarde del día 15 de julio del 2016, unos viajeros llegan al hotel y se encuentran con la puerta cerrada. Hay unos teléfonos para llamar, ninguno de los teléfonos es atendido. A la media hora llegan otras viajeras, la misma situación de falta de atención. Se les ocurre ir a ver si hay otra puerta, y ¡ oh ! maravilla, aparece un montón de personas del servicio. Nos abren la puerta y ante nuestra queja por la espera, y además, la necesidad de ir al baño, un fulano nos dice "es que estaba montando la terraza y no les oía". Uno de los teléfonos de aviso era móvil. Y yo le contesto "y a mi que me cuenta usted, su obligación es atenderme y no hacerme esperar media hora, que además quiero ir al baño". El fulano en cuestión como que se puso "chulillo". Le paro los pies y le digo "arregle esta situación, si es que sabe". La empeoró más, empezó por no saber cuantos días estaban reservadas las habitaciones. Continuó por darnos una habitación incompleta. Bueno, cambiamos tres veces de habitación A la tercera va la buena. Buena es un decir, tardamos casi dos horas en estar instalados.
Quien se piense que nos ofreció un refresco en la terraza que estaban montando se equivoca, ni la mínima alusión. Esto se llama ser un mal profesional.
Al día siguiente pretendimos ver la TV en un magnifico salón con una no menos magnifica televisión, pero no había mando. Se le pide en recepción y queda en que "ahora mismo se lo lleva el director" A la media hora le volvemos a reclamar el mando, nos contesta "ha quedado el director en llevárselo". No le vimos el pelo, seguramente que era el mismo que tardó media hora en abrir la puerta. Le digo "ya se puede quedar el mando, pretendía ver las noticias de las nueve, y son las nueve y media".
El día de la salida se lo recordé a la persona de recepción, y la contestación fue "¿lo ha puesto en el papelito de la habitación ?." Pues no, no lo he puesto porque todos ha visto la deplorable recepción, ahora que si quiere se lo pongo en papel de barba y una póliza". La joven no captó la ironía.
Una falta de profesionalidad como la evidenciada y acreditada por el fulano en cuestión, no tiene perdón.
El hotel es precioso y el pueblo una joya. Les animo a verlo.
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