FEIJÓO TAMBIEN TIENE SU CASO "CHOFER" EN SU GALICIA NATAL.
El tal Koldo, convertido en factotum, e incluso en buscavidas no es un caso aislado. Sobre el tema podría contarnos mucho Alberto Núñez Feijoo, si se atreviera a hablar, por fin sobre el difunto Manuel Cruz López que, siendo chófer de Romay Becaría en la Xunta de Galicia, fue quien le puso en contacto con Marcial Dorado, y quien propició los contratos del Servicio Galego de Salud (SERGAS), que dirigía Feijoo, con las empresas de Dorado (alguna de ellas con participación del chófer Cruz López) para el suministro de gasóleo para la calefacción de hospitales y centros de salud gallegos: un asunto más grave si cabe que la amistad con un narco.
No es éticamente adecuado que Feijoo, cuya inocencia en los casos recordados sí ha sido puesta en duda en el Parlamento de Galicia, y jamás aclarada, se quiera ahora convertir en el inquisidor de la decencia absoluta
En el mus hay un dicho: "con dos ases de primera, corta el mus y vocifera". Esto es lo que que está haciendo Feijóo desde que perdió la oportunidad de ser investido por el Congreso de los Diputados. Sabida es su relación con el narco Marcial Dorado que le propició los contratos con El Servicio Galego de Salud (Sergas) que dirigía Feijóo, con las empresas de Marcial Dorado para el suministro de gasoleo para hospitales y centros de salud gallegos.
Los narcos gallegos no solo metia droga en Galicia,eso por supuesto, es que dominaban los servicios de suministros a centros dependientes de la Xunta a las ordenes de Feijóo. De ahí le viene a Feijóo su amistad y sus paseos en los barcos del narco Marcial Dorado.
No hay más que ver, los modos y maneras chulescas de Feijóo, para adivinar de donde le vienen esos modos, propios de los narcos que todo lo podian en su Galicia. O es que ya se nos ha olvidado de Laureano Oubiña, Sito Miñancos o Manuel Charlín, entre otros.
Núñez Feijoo, que últimamente se ha acostumbrado a meterse en todos los charcos, ha tomado la bandera para intentar sacar ventaja contra Sánchez. Sin percatarse (por Dios qué asesores tiene que no saben advertirle cuando se arrima a algún peligro) de que se está convirtiendo en el Torquemada de una causa en la que él fue un pionero de la herejía que trata.
Con muchos ingredientes peligrosos, y que el tiempo no ha borrado: amistad con un turbio personaje, Manuel Cruz López que en paz descanse, que participaba en empresas adjudicatarias de contratos del organismo que el propio Feijoo dirigía. Contratos que él mismo no supo o no quiso atreverse a presentar ante el Parlamento de Galicia. Manuel Cruz que le llevó -y él se dejó gustosamente- a otra amistad peligrosa con un socio del chofer, que resultó ser sucesivamente contrabandista y narcotraficante; y adjudicatario de contratos que Feijoo había firmado, o que se dilucidaron en el organismo que dirigía. Una amistad tan estrecha (de la que es imposible que Feijoo no estuviera al tanto) que llevó al tal Manuel Cruz -con un agresivo pasado de guerrillero de cristo rey en Ferrol, con ataques comprobados a obreros e intelectuales de izquierdas- a tener cita para presentarse ante la Audiencia Nacional por un caso de blanqueo de dinero relacionado con el amigo narco. Declaración que no llegó a producirse porque falleció en 1999 en un extraño y nocturno accidente de tráfico, por el que ni siquiera se le practicó la autopsia.
No es éticamente adecuado que Feijoo, cuya inocencia en los casos recordados sí ha sido puesta en duda en el Parlamento de Galicia, y jamás aclarada, se quiera ahora convertir en el inquisidor de la decencia absoluta (precisamente en un tipo de casos cuya actuación en el pasado fue todo menos ejemplar), aprovechando también indebidamente para ello 137 escaños en el Congreso de los Diputados.
Feijóo, antes de sacar los muertos de los demás, deja los tuyos bien enterrados. Feijóo cuidate que te estan buscando.
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