LA PO LICIA UIP, ANTIDISTURBIOS VIENE ACTUANDO DE FORMA MUY BRUTAL Y DELICTIVA EN LAS ULTIMAS CONCENTRACIONES DE MADRID. LO VIMOS EN LINARES DONDE UTILIZARON POSTAS CON RESULTADO DE HERIDAS A PERSONAS Y EN MADRID TODAS LAS CONCENTRACIONES TERMINAN CON CARGAS BRUTALES. LA DELEGACIÓN DEL GOBIERNO NO PUEDE, NO DEBE PERMANECER EN SILENCIO.
Los integrantes de las UIP están en su mayoría afiliados a JUPOL sindicato muy próximo a Vox y que como no es de extrañar pretende desacreditar al Gobierno de Sánchez.
Ayer volvió a pasar lo hace unas fechas en otra manifestación pacifica, un grupo de policías se suelta el pelo y pega hasta las farolas. Lo justifican con un "la chica estaba en zona de riesgo". Aunque por las imágenes se ve que la chica estaba quieta y sin amenazar a nadie. Lo que pasó fue "que el policía, un descerebrado que sólo sirve para pegar palos, sabedor de su impunidad le gusto pegar a la chica, porque es un cobarde y un hijo de mala madre". Un mando lo justificó como actuación profesional. Al mando en cuestión le digo "usted no es merecedor de cobrar todos los meses de erario publico, usted es un cabrón y quien le respalda otro como usted".
En Barcelona hay muchos policías que tienen que responder de sus actuaciones salvajes el 1-O del 2017. Les pueden caer penas de cárcel por su brutalidad empleada. Yo me figuro que las actuaciones tan brutales de los UIP últimamente tiene mucho que ver con estos juicios. El corporativismo enfanga estos cuerpos.
Señor Marlasca y señora delegada del Gobierno de Madrid, están dejando que una panda de cafres le termine por retirar del sitio. Al tiempo. Es intolerable que los policías agredan gratuitamente a los ciudadanos. Se está extendiendo está forma de actuar a la policía municipal.
El escritor Javier Ruescas hace pública la
agresión homófoba sufrida por su novio a
manos de un policía municipal de Madrid
«Mi novio, Andrés, se adelantó unos pasos al grupo. Quiso darse la vuelta para despedirse de un amigo, cuando se dio cuenta de que ya había cruzado la valla y no podía volver. El policía municipal le dijo textualmente: ‘¿a dónde te crees que vas, bombón?’, que fue cuando llegamos a su lado. Y él le preguntó que a quién le estaba llamando bombón. El policía le soltó: ‘a ti, maricón’. Entonces, viendo lo que podía ocurrir, nos alejamos de allí hacia Gran Vía. Mi novio iba farfullando cabreado sobre el trato recibido hasta que de pronto el policía (de al menos 1,95 metros y cuadrado como un armario) sale del control donde estaba con toda su agresividad, camina varios metros hacia la Gran Vía, donde ya estábamos nosotros, y le arrea un guantazo con la mano abierta por algo que creía haber oído».
«Al momento, mientras empujamos a Andrés lejos de ahí, los compañeros del policía municipal se llevan al hombre, con la mirada inyectada de rabia, lo hacen desaparecer dentro de la calle por la que no podemos pasar y cuando vamos a pedir identificaciones por esta agresión injustificad y desproporcionada, ellos primero nos dicen que no, que por qué nos van a dar su número de placa si ellos no han hecho nada, todo con cara incluso de sorpresa por lo que les estábamos pidiendo, y después incluso tratando de amedrentarnos diciéndonos que tuviéramos cuidado, que Andrés habí incurrido en un delito por haberse encarado a la policía», prosigue el relato de Ruescas. «Se aprovechan literalmente del momento, del susto, del shock, de que es la primera vez que vives esto, para que el tiempo pase y, en lugar de ofrecerte ayuda, te achantes y te marches sin molestar», se lamenta.
«Les decimos que queremos denunciar y aún tienen las narices de decirnos que, bueno, si queremos, tenemos que esperar a ir a la comisaría de policía municipal a las 09:00 AM, que a esas horas está todo cerrado. Todo esto con un tono tranquilizador que me desconcertó aún más. Por supuesto que no les hacemos caso, porque es evidente que quieren escurrir el bulto, y nos dirigimos Andrés, unos amigos que habían sido testigos y yo a la comisaría de la calle Montera. Pero ahí nos dicen que no podemos poner la denuncia y que eso tenemos que hacerlo en la calle Leganitos [comisaría de la Policia Nacional]. Y ahí nos vamos. Nos pidieron los datos, se los dimos y nos tomaron parte de la denuncia», continúa el relato. «¿Qué ocurre? Que debido al shock del momento, de estar preocupados por separarlos, de comprobar que Andrés estuviera bien, perdimos los segundos necesarios para conseguir placas, grabar, tomar los datos del coche en el que se llevaron al agresor… Y aunque nos dicen que van a revisar las cámaras de seguridad, la realidad es que es muy difícil que haya un efecto real con ese policía que, haciendo uso de la brutalidad, le estampó la mano en la cara con violencia a un chaval. Y la realidad que subyace detrás de todo esto es que cualquiera podemos ser víctimas de estas agresiones. Y voy a confesar algo: durante un microsegundo, de tanto verlo en redes, pelis, series… yo pensé: ‘claro, es normal, es policía y nos pega’. Durante un segundo, sí, pero lo pensé. Para después darme cuenta de lo surrealista que era todo y lo equivocado que estaba y reaccionar. La policía no puede agredir de esa manera. No puede. No debe. No tienen que comportarse como matones. Deben tener autocontrol, y más en situaciones como esa en la que no había ninguna agresión por parte nuestra. Menos mal que los policías nacionales que estuvieron con nosotros en comisaría fueron amables, considerados y se mostraron atentos en todo momento. Me llevo al menos eso», asegura Ruescas.
«Lo siguiente que entendimos fue que nos que nos ha pasado es una agresión HOMÓFOBA. Con todas las letras de la palabra. Y que con ese ‘maricón’ y también con ese ‘bombón’ que soltó el policía dejó claro que una de las cosas que alimentó su rabia para salir del control en el que se encontraba y atizar a mi novio fue el asco que le surgió de las entrañas por encontrarse con un homosexual. Así que por favor: si por desgracia os ocurre algo similar, antes de denunciar, en ese instante, tratad de recopilar todos los datos que podáis. Y después, sí, denunciad. Id con testigos, a ser posible (desde aquí, mil gracias a los amigos que nos acompañaron anoche). La impotencia, la rabia y el miedo que ahora sentimos no nos lo quita nadie, pero lo llevan claro si piensan que nos vamos a callar. Puede que no encuentren ninguna prueba, pero al menos no vamos a guardar silencio», finaliza su testimonio:
Los policías municipales que encubre a sus compañero son cómplices del delito.
Hace años mi esposa fue agredida en el Templo de Debod delante del policía municipal de servicio por un joven chulo. La tiraron al suelo y la pegaron. El policía no hizo nada pese a ser testigo de la agresión.
Cuando lo supe fui a pedirle explicaciones al agente y le pedí su numero de placa. Seguidamente fuimos a poner la denuncia a la comisaría de la calle Rey Francisco, cuando vieron que era una denuncia a un compañero todo fueron pegas.
La denuncia llegó a los Juzgados de La Plaza de Castilla, y después de varias visitas el secretario del Juzgado nos dijo que no tenían la identificación del agente. ¡Pero si estaba de servicio en el Templo de Debod a esa hora como no lo pueden identificar, preguntamos!. El secretarios del Juzgado nos dijo "es un delito muy grave la denegación de auxilio a una persona agredida y el Ayuntamiento no quiere darle recorrido, así que no quieren seguir la investigación" Los del Ayuntamiento se comportaron como unos delincuentes.
No pude por menos que decirle al secretario del Juzgado "La democracia no ha llegado al Ayuntamiento, ni al juez que se traga que no pueden darla identificación del agente". "Se la han negado, me contestó el secretario". "Poco interés tiene el juez en resolverlo, a un juez un concejal no le niega lo que le pida, salvo que quiera que le encausen a él". El secretario se encogió de hombros y dijo "páseselo a un abogado".
Esta es una más de las historias de abusos policiales.
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